Cañete, distinta de la . Habíale movido volver a esta ciudad, tener en ella a su mujer e hijos, a quienes determinaba llevar a su provincia; y siendo bien recibido del Gobernador, se fue aderezando, como convenía, de lo necesario. Estando ya en esto de todo punto acabada la carabela y señaladas las personas, que habían de ir en ella, una noche, sin saberse hasta ahora quién lo hiciese, se pegó fuego a ella; y comenzando a arder, llegó todo el pueblo a socorrerla. Pero como estaba recién embreada, ardió de manera que, sin poderlo remediar, se acabó en breve tiempo de consumir, con notable sentimiento de las personas que tenían celo del bien común, por la gran pérdida y perjuicio que le venía a la provincia, y gasto de plata que se había hecho: atribuyose a algunos émulos del Gobernador e interesados en el gobierno. En cuyo tiempo sucedió asimismo que el mató, debajo de acechanzas, al Padre Hernán Carrillo, con su mujer doña Elvira Becerra; de que resultó doblado sentimiento al Gobernador. Por lo que fue persuadido saliese de esta provincia al a tratar con el virrey sus negocios y el estado de ella: y confiriéndolo con sus amigos, se dispuso a ponerlo en efecto, como adelante se verá.
Capítulo XI
De la salida que hizo el Gobernador para el , y gente que sacó en su compañía
Llegado que fue a la , con algún recelo de no ser bien recibido del Gobernador, por los antiguos bandos que habían tenido en la prisión de , como por no haber cumplido en su población las instrucciones que se le dieron, separándose del gobierno de aquella provincia, procuró por todas vías congratular al Gobernador, y a las demás personas de cuenta. De manera que con su buena industria tuvo muchos aficionados, y en especial al Obispo, que en aquella sazón acababa de casar una sobrina suya con don , su cuñado: el cual metiendo prenda, fueron facilitadas todas sus pretensiones; haciendo instancia al Gobernador que convenía a su honra hacer personalmente aquella jornada y salir al , a dar cuenta a la Real Audiencia y al virrey de sus negocios y elección del gobierno, con que lo podía perpetuar con mucha honra suya. Con cuyas razones, y otras de bien poco