cen á la Cesárea Majestad, y las habitan sólo los Españoles con sus mujeres é hijos. Y allá descansamos. Arribamos también con 3 de los navíos á la Palma y allí permanecimos unas 4 semanas haciendo provisión y reparando averías.
Mas después de ésto, mientras nuestro general, tum Pietro Manthossa se hallaba á unas 8 ó 9 millas (leguas) distante de nosotros, resultó que habíamos tenido á bordo de nuestro navío á ton Jerg Manthossa primo del señor tonn Pietro Manthossa: este se había enamorado de la hija de un vecino en Palman (la Palma) y como estábamos por salir al día siguiente, el dicho thonn Jerg Manthossa bajó á tierra esa misma noche, á las 12, con 12 compañeros de los buenos, y sin ser sentidos se robaron de la isla Palman á la dicha hija de aquel vecino, con la doncella, ropa, alhajas y algún dinero, volviendo en seguida al navío muy ocultamente para no ser sentidos ni por nuestro capitán, Heinrich Paimen, ni por otra persona alguna de los del navío; sólo la guardia se apercibió de ello, por ser la media noche.
Y cuando nos hicimos á la vela de mañana, antes de andar más de unas 2 ó 3 millas (leguas) se armó un fuerte temporal que nos obligó á volver á entrar en el mismo puerto de donde acabábamos de salir. Mas después que largamos nuestras anclas al agua, se le antojó á nuestro capitán, el dicho Heinrich Paimen, desembarcar en un pequeño