vío se hizo cien mil pedazos y se ahogaron 15 hombres y 6 indios; algunos escaparon sobre trozos de madera, yo y 5 compañeros más nos salvamos en el mástil; de las 15 personas no pudimos recoger un solo cuerpo. El Señor Dios nos favorezca, á ellos y á nosotros todos.
Después de esto nos vimos obligados á caminar á pie 10 millas (leguas); habíamos perdido toda nuestra ropa en el navío, y los víveres también; y nos tuvimos que remediar con las raíces y frutillas que hallábamos en el campo, hasta que llegamos á un puerto ó ensenada llamada S. Gabrihel; allí, encontramos al susodicho navío con su capitán, que había llegado 3 días antes que nosotros.
Y se lo habían comunicado á nuestro capitán Marthín Domenigo Eyolla (Irala) en Bonas Ayers; él en persona se afligió sobremanera por nosotros y creyó que habíamos perecido, y por ello mandó decirnos algunas misas.
Y después que nosotros llegamos á Bonas Ayers, nuestro capitán Marthín Doménigo Eyolla (Irala) hizo llamar á nuestro capitán y al piloto ó timonel; y á no ser los grandes empeños que por él se