La Argentina Manuscrita

caballeros; dejando por su lugar teniente en al capitán , y en su compañía a don Nuño de Silva, y por capitán de los navíos a . Tardó en el viaje muchos días, por causa de la gran flaqueza de la gente, la cual por momentos se le moría; tanto que ya le faltaba cerca de la mitad. Y llegando adonde estaba halló habérsele muerto la mitad de la gente, no pudiendo arribar de la gran flaqueza y hambre pasada; y la que de presente tenían.

Con todo determinó de hacer allí asiento, vista la buena comodidad del sitio. Mandó hacer una casa para su morada, recibiendo gran consuelo en la comunicación y amistad de los naturales, de quienes se informó de lo que había en la tierra, y como a la parte del Sud-Oeste había ciertos indios vestidos, que tenían muchas ovejas de la tierra, y que contrataban con otras naciones muy ricas de plata y oro, y que habían de pasar por ciertos pueblos de indios, que viven bajo de tierra, y que llaman ; y son los de las cuevas, que hoy día están repartidos a la ciudad de .

Con esta relación, se ofrecieron dos soldados a don de ir a ver y descubrir aquella tierra, y traer razón de ella. El cual deseando satisfacerse, condescendió con su petición: y salidos al efecto, nunca más volvieron, ni se supo que se hicieron, aunque algunos han dicho, que atravesando la tierra, y cortando la cordillera general, salieron al , y se fueron a Castilla.

En este tiempo padecían en Buenos Aires cruel hambre, porque faltándoles totalmente la ración, comían sapos, culebras y las carnes podridas que hallaban en los campos: de tal manera, que los excrementos de los unos comían los otros. Viniendo a tanto extremo de hambre, que como en el tiempo que y tuvieron cercada a Jerusalem, comieron carne humana, así sucedió a esta miserable gente, porque los vivos se sustentaban de la carne de los que morían, y aun de los ahorcados por justicia, sin dejarles más de los huesos: y tal vez hubo que un hermano, que sacó las asaduras y entrañas a otro que estaba muerto, para sustentarse con ellas. Finalmente murió casi toda la gente: donde sucedió que una mujer española, no pudiendo sobrellevar tan grande necesidad, fue constreñida a salirse del real e irse a los indios para poder sustentar la vida. Y tomando la costa arriba, llegó cerca de la en el Monte Grande, y por ser ya tarde, buscó donde albergarse: y topando con una cueva que hacía la barranca de la misma costa, entró por ella, y repentinamente topó una fiera leona que estaba en doloroso parto. La cual vista por

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