pelearon muy reñidamente matando muchos de ellos: de manera que los hicieron retirar. Y al saltar todos los más en tierra, dejaron las canoas en que se cogió alguna comida y mucha carne de monte y pescado, con lo cual cómodamente pudieron llegar a la frontera de los con quienes trabaron luego amistad, y se proveyeron del matalotaje necesario para pasar adelante.
Tomando lengua, que hacia el Occidente y Mediodía había cierta gente que poseía muchos metales, y caminando por sus jornadas llegaron al puerto que dicen de , donde mandó desembarcar y tomar tierra, dejando allí los navíos con cien soldados a orden de , y prosiguiendo su jornada con 200 soldados en doce días del mes de Febrero de 1537 años, dejando orden que le aguardasen en aquel puerto seis meses, y si dentro de ellos no volviese, se fuesen sin detenerse más tiempo, porque la imposibilidad de algún suceso contrario se lo impediría. Con esta determinación, tomó su derrota al Poniente, caminando por los llanos de aquella tierra, llevando en su compañía al factor y a don Carlos Dubrin, , y a otros muchos caballeros, donde los dejaremos por ahora.
Volviendo a don , que estaba aguardando la correspondencia de , vista su tardanza se bajó a Buenos Aires, con determinación de irse a Castilla. Donde llegado, halló gran parte de la gente muerta, y la demás que había quedado, tan acabada y flaca de hambre, que se temió no quedase ninguna de toda ella con vida. Estando todos con esta aflicción y aprieto, fue Dios servido de que llegó al puerto el capitán que venía del con la nao muy bien proveída de comida, junto con otros dos navíos que traía en su compañía, de aquella gente que quedó de y de los demás que se le juntaron después de la rota de los portugueses, a los cuales halló retirados en la isla de Santa Catalina, donde tenían hecho asiento. A persuasión de se determinaron a venir en su compañía, que fue toda la importancia del buen efecto de aquella conquista: porque de más de ser ya baqueanos y prácticos en la tierra, tenían consigo algunos indios del , y los más de ellos con sus mujeres e hijos. Los españoles fueron , Pedro Morón, Hernando Díaz, el capitán , , y otros, así castellanos como portugueses, los cuales todos venían bien pertrechados de armas y municiones. Con lo cual don recibió sumo gozo y alegría, de que le nació derramar muchas lágrimas, dando gracias a Nuestro Señor por tan señalada merced.