acuerdo, por convenir así al real servicio: y así le suplicaban se viniese luego donde le aguardaban, para que se tratase lo que más conviniese al bien propio y utilidad común de la tierra.
Sintió el extrañamente este suceso, y mucho más por no poderlo remediar respecto de intervenir en el negocio tanta gente noble y capitanes, y en tiempo que se hallaba muy enfermo de una disentería que le tenía muy fatigado, tanto que ni a pie ni a caballo podía andar. Mas viendo el peso de negocio tan grave, se animó a venir en una hamaca, en que llegado a la , estuvo desahuciado y a pique de perder la vida. Y juntos todos unos y otros, acordaron elegir persona que los gobernase en nombre de Su Majestad.
Hechas las solemnidades y juramentos necesarios, dio cada uno su voto por cédula, como por una real cédula estaba ordenado: y conferidos los votos, hallaron que el más aventajado era el , a quien hicieron saber luego de su elección; el cual envió a excusarse con muy grande afecto, a causa de su enfermedad: diciendo que más estaba para ir a dar cuenta a Nuestro Señor, que para admitir y tomar a su cargo cosas temporales: máxime donde tan principales caballeros había para ejercer aquel oficio; y así no se había de ponerlo en manos de un hombre que estaba oleado. En estas demandas y respuestas anduvieron gran parte del día, hasta que a instancias del veedor y capitanes , , y , vino a condescender en lo que pedían, así de parte de los deudos y amigos del , como de los demás. De manera que el mismo día, que se contaron 15 de Agosto de 1543, le sacaron en una silla en pública plaza enfermo como estaba, y fue recibido al gobierno de esta provincia con título de , habiendo precedido el juramento ordinario sobre un misal, de mantener en paz y justicia así a los españoles como a los naturales, en nombre del rey Nuestro Señor, hasta tanto que por Su Majestad otra cosa fuese mandado.
Y así con todo lo procesado se despachó al Real Consejo la persona del , habiéndose determinado en dicha elección se hiciese en una carabela de buen porte, en que fuese preso su antecesor; la que se vino a acabar muy despacio, padeciendo entretanto el buen Adelantado muchas vejaciones y molestias que le hacían con grande inhumanidad: pues jamás se le permitió tuviese recado de escribir, ni otra cosa alguna que le pudiese servir de consuelo, lo cual todo pasaba con grandísima paciencia. Y aunque le tenían secuestrados todos sus