cuales, con mucha presteza se convocaron y tomaron las armas, saliéndole a resistir por mar y tierra, con quienes tuvo una trabada pelea en un peligroso paso del río, que llaman el del Ayembí; y desbaratando a los enemigos, los puso en huida, y entró en el pueblo principal de la comarca con muerte de mucha gente; y pasando adelante tuvo otros muchos reencuentros, con que dentro de pocos días trajo a sujeción y dominio aquella gente. Y después de algunos tratos de paz, prometieron de no hacer más guerra a los indios guaranís de aquel gobierno, ni entrarles por sus tierras como hasta entonces lo habían hecho: y despachando por aquella vía del Brasil a Juan de Molina, que fuese por procurador de la provincia a la corte, con relación y larga cuenta a Su Majestad del estado de la tierra, dio vuelta con su armada con buen suceso; y llegado al río del , trató con los naturales de él, si habría comodidad y disposición de camino para bajar por aquel salto, dejando el mayor riesgo y peligro a una parte, hasta salir a lo más llano y navegable: a lo cual los indios le pusieron muchas dificultades, por medio de un mestizo llamado . Este era un mozo mal inclinado y de peor intención; y por haber sido castigado del General otras veces, por sus liviandades, estaba sentido y agraviado; y así, intérprete infiel, le dijo: que los indios decían ser fácil el bajar en canoas por aquel río abajo, dejando arriba el salto principal, que este era imposible poderle navegar. Y aunque en lo demás era el peligro muy grande, con todo, se dispuso el General a que se llevasen por tierra muchas canoas y se echasen abajo del salto y de allí con cuerdas y maromas se fuesen poco a poco río abajo, hasta donde se pudiesen cargar y hacer su navegación. Juntaron más de cuatrocientas canoas, y con muchos millares de indios las llevaron más de cuatro leguas por tierra, hasta ponerlas en un pequeño río que sale al mismo : desechando con esto todo lo que les pareció ser malo y peligroso; y bajando con ellas con mucha dificultad, salieron de unos grandes borbollones, donde hicieron balsas, juntando dos y tres canoas para cada una; y cargadas de todo lo que llevaban, navegaron por este río, huyendo de una parte y otra de los riesgos y peligros que a cada paso topaban. Hasta que repentinamente llegaron a uno, que llaman Ocayeré, donde sin poder huir ni apartarse del peligro, se hundieron y fueron sorbidas más de cincuenta balsas y otras tantas canoas, con mucha cantidad de indios y algunos españoles que iban en ellas: donde sin duda ninguna todos perecieran, si media legua antes, el General con toda su compañía no hubiera saltado en tierra: los cuales a vista de las balsas venían caminando