La Argentina Manuscrita

la armada a esta provincia, que con próspero suceso hicieron su viaje hasta tomar la boca del . Fueron repartidas muchas de dichas armas a los soldados y personas que las habían menester, en moderados precios, con acuerdo y parecer de los oficiales reales y del Gobernador. Después de lo cual despachó al capitán a la provincia de , para que redujese a los naturales de aquella tierra, y remediase el desorden de los portugueses del que tenían entrado en los términos de este gobierno, asaltando los pueblos de los indios naturales, para llevarlos presos y cautivos al , donde los vendían y herraban por esclavos. Y con esta orden salió con una compañía de soldados, y llegó al río del , poniendo en orden aquella tierra, y procurando conservar la paz y amistad de los naturales; y con su acuerdo pasó adelante, y entró por otro río que viene de la costa del , llamado , muy poblado de grandes y gruesos pueblos, de quienes fue bien recibido: y dejando este río, navegó por otro, que entra en él a mano derecha, llamado Atibajiba, muy caudaloso y corriente de muchos arrecifes y saltos, todo el poblado de una multitud de indios: y pasando por ellos, llegó a los fronterizos, que estaban con fuertes palizadas, por sus enemigos y del y de los portugueses de aquella costa. Donde habiéndolo asegurado con papeles y cartas que les dio, para aquella gente, fue revolviendo por otro río, y saltando en tierra en los pinales de aquel territorio, visitó a los indios que por allí había, y puso freno a la libertad y malicia de sus enemigos, que como tengo dicho los molestaba. Hecho esto, dio vuelta por otro camino, y llegando a una comarca de indios que llaman Peabeyú, determinaron dar sobre él; y un día, estando alojado, acometieron al real gran multitud de indios, inducidos de un hechicero que ellos tenían por santo, llamado Cutiguara, que les dijo que los españoles traían consigo pestilencia y mala doctrina; por lo cual se habían de perder y consumir, y que toda la pretensión de ellos era quitar a los indios sus mujeres y hijas, y reconocer aquellas tierras, para venirlas después a poblar y sujetar. Y con esto se convocaron para hacerles guerra; y con confianza de salir vencedores, se pusieron en campaña, y cercaron a los españoles, y con tal furia y determinación los acometieron, que si no se hubiera fortificado, sin ninguna duda los acabaran aquel día: mas defendiéndose los nuestros con gran valor, fue Dios servido librarlos de este aprieto, donde mataron muchos enemigos, con pérdida de alguna gente de la nuestra, y de tres españoles. Y

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La Argentina Manuscrita. ISSN 1668-0001. https://n2t.net/ark:/69774/rgm2020. CC BY 4.0