todos los indios de aquella comarca. Lo cual visto por el general y sus capitanes, determinaron romper con ellos, ganar la palizada, y dominar la soberbia y arrogancia de aquella gente, para ejemplo de las demás naciones de aquella tierra; puesto que sabían la mucha fuerza de gente que tenían, y la suma de flechería, de yerba venenosísima con que acostumbraban a tocar sus armas, picas, dardos, etc., de que se aprovechaban para sus guerras; y así mismo usaban hincar muchas picas en la tierra a la redonda de sus palizadas y fosos, con que entraban a la palizada a pie o a caballo, matando toda la gente que encontraban, y llegando a ella la rompieron por muchas partes hasta meterse dentro, donde se peleó cruelmente con aquellos fieros e indómitos naturales; y después de ser muy reñida y porfiada la pelea, fueron vencidos y desbaratados, saliendo mucha indiada, huyendo de la palizada a otros pueblos circunvecinos, haciendo una grande presa de indios e indias, aunque no les salió a los nuestros este negocio muy barato. Porque demás de los que allí fueron muertos, salieron muchos heridos, así españoles, como indios, y casi todos los caballos, que los más murieron rabiando de aquella venenosa yerba; por cuya causa, y por tener el puerto de los navíos muy distante, trataron en el campo de volverse a la provincia de los , que era la parte, que les fue asignada para su población: con cuyo acuerdo se lo representaron y pidieron al General, el cual por ninguna manera lo quiso hacer, sino pasar adelante hasta los confines del , con intento según pareció de substraerse del , y hacer distinta aquella provincia, haciéndose cabeza y superior de ella, como adelante veremos.
Capítulo V
Cómo en este tiempo murió el gobernador ; y lo que sucedió a
Luego que partió de la ciudad de la el capitán , en prosecución de su jornada, salió el Gobernador a ver lo que se hacía de madera y tablazón en un pueblo de indios, para acabar una hermosa capilla y sagrario, que hacia en la Iglesia Catedral: y estando allá adoleció de una calentura lenta que poco a poco le consumía, quitándole la gana de comer; con lo que le vino a quebrar en un flujo de vientre, que le dé fuerza venirse a la ciudad en una hamaca, que de otra manera no podía venir. Donde