sin dificultad alguna, aunque estaba muy cercada de enemigos, y todas las calles cerradas con buena palizada, y recogida toda la gente dentro de una casa fuerte que tenía la ciudad. Sólo no mostró mucho gusto viendo a ; aunque disimulando su antigua enemistad le pidió luego saliese con su compañía, y con la que en el pueblo había, a castigar la malicia de aquellos indios, poniendo freno a su insolencia; porque de su parte no lo podía hacer por estar muy enfermo y casi ciego. Con lo cual el capitán salió de la ciudad con 100 soldados y algunos amigos aunque sospechosos; y el año de 1561 comenzó la guerra por los más cercanos. Alzando luego el cerco que tenían sobre el pueblo, los fue castigando y dando alcance en sus pueblos, prendiendo algunos principales en quienes hizo justicia: y corriendo por aquella tierra, salió a los campos que llaman de don Antonio, donde los pueblos de aquella comarca le pidieron la paz, y él les otorgó. De allí bajó al río del Ubay, que es muy poblado, y despachando mensajeros, le salieron muchos caciques pidiéndole perdón del delito pasado. Y asegurados los comarcanos, bajó por aquel río al , pacificando los pueblos que por allí había, aunque los más de la tierra adentro trataban de llevar adelante la guerra y de venir a asolar la ciudad. Por cuya causa determinó dejar las canoas, y entrar por aquel territorio, atravesando unos bosques muy ásperos hasta el pinal, donde estaban metidos los más de los indios alzados: y con asaltos repentinos y ligeros que les daban, los fue apretando de manera que dejaron sus escondrijos; y saliendo a lo raso se juntaron gran multitud de ellos; y en un, valle largo y angosto acometieron a los nuestros por todas partes, y los apretaron ya a cosa hecha para acabarlos. Mas los nuestros, con buen brío y ánimo, los fueron arcabuceando de un lado y otro, y fueron peleando con ellos muy reñidamente: con que quedó el enemigo vencido y desbaratado, huyendo a mucha prisa. Y dándoles alcance, mataron muchos de ellos y prendieron a muchos de los principales, obligándoles a pedir la paz y perdón de las perturbaciones pasadas, dando por disculpa haber sido movidos de otros caciques poderosos de la provincia. Y con esto fue corriendo aquellos pueblos, y en uno de ellos tuvo el invierno hasta el año siguiente que acabó de aquietar la provincia. Y puestos en el mejor estado posible, dio vuelta para la ciudad con toda su compañía, con mucha satisfacción del buen suceso de aquella guerra: y volviendo a la , la halló con más quietud y sosiego, con lo cual los unos y los otros quedaron quietos por algunos años.