de lo que había traído del el General, aunque no pudieron entender lo que fuese. Hasta que habiéndose acuartelado aquella noche, se cogieron unos indios que iban huídos de la a los alzados, los cuales dijeron de la llegada del General y Obispo, y de los demás de la compañía: la cual nueva le fue a de bien poco gusto, por el odio y enemistad que se tenían desde la prisión del Adelantado , su tío. Y el que más sintió esto fue Francisco González Paniagua, porque entendía que el Obispo no había de recibir bien la absolución de , con cuya confusión no sabían que hacer; y a no ser las dificultades del camino tan grande, se volvieran desde allí. Pero les fue forzoso ponerse en manos de quienes tanto se recelaban, y despachando sus mensajeros a la , dieron aviso de como iban; y sabido por el General, les envió luego a saludar y darles bien venido. Y entrando al otro día, los salió a recibir desde su casa hasta la puente de la iglesia mayor, donde con mucha cortesía y afabilidad se saludaron, y desde aquel día tuvieron el General y muy buena amistad, dejando a parte negocios pasados, con los que adelante sucedieron, y se podrán ver.
Capítulo XVII
Cómo bajó a Buenos Aires: de la vuelta de a la provincia de , y su prisión, etc.
Lo primero que el hizo en llegando a esta ciudad, fue mandar aparejar los bergantines y barcas que había en aquel puerto, y alistar 150 soldados para ir a reconocer la boca del , por ver si venía alguna gente de España; en conformidad de la orden e instrucción que traía de . Y así para este efecto; aprestándose de todo lo necesario, entrando el año de 1570 salió de la , y llegado a las Siete Corrientes, halló muchas canoas de indios , que venían de correr el río, con los cuales se arcabucearon; y pasando adelante fue por sus jornadas hasta ponerse en el fuerte de Gaboto, donde le salieron los indios