La Argentina Manuscrita

arriba, volvió a la ciudad de la con toda su gente, sin haber tenido ningún mal suceso. Y luego que llegó, persuadió con muchas razones al capitán , quisiese volver al gobierno de la provincia de en conformidad de lo que le fue ordenado por el gobernador , el cual condescendiendo en lo que pedia le dio los poderes que para el efecto traía con las provisiones, y sobre carta de la Real Audiencia; y previniéndose de gente y de lo demás necesario, salió de la con 50 soldados de compañía. Y porque en aquel tiempo estaba toda la tierra rebelada, y puesta en arma, salieron en su resguardo otros 100 arcabuceros a la orden del tesorero Adame; y llegando con ellos 35 leguas de la ciudad, sobre un gran pantano que llaman Coropatí, hallaron juntos los indios de toda aquella comarca, determinados a resistir a los españoles como enemigos; y siendo acometidos de los nuestros, pelearon con ellos en campo raso, donde fueron desbaratados, y vencidos con muerte de mucha gente. Y hecho este castigo, se volvieron los de la , y los demás con el capitán pasaron adelante. Y caminando por sus jornadas con muchos reencuentros y escaramuzas que los indios les daban, llegaron a un pueblo de indios que llaman Maracayú, cinco jornadas de , de donde despachó sus mensajeros españoles al , dándole aviso de su venida, y ofreciéndole todo el favor, amistad y fidelidad del mundo. El cual, en recibiendo la carta de los mensajeros, en lugar de despacharle el avío conveniente, y agradecer como honrado caballero la oferta y amistad que lo prometía, mandó luego convocar sus amigos, y tratar con ellos de como no tenía intento de recibir al que venía, ni obedecer los poderes que traía. Y así mañosamente, unos de temor, y otros de ruego, se juntaron en su casa, donde por sus votos y firmas, le eligieron por su Capitán General y Justicia mayor, en nombre de su hermano ; y electo, salió de la ciudad con 100 arcabuceros, y se puso con ellos en la travesía y paso del río, en una isla que dista de tierra un cuarto de legua sobre la canal de aquel peligroso salto, y allá sentó su campo, y puso la gente en orden de guerra; mandando que ninguno pasase a la otra parte donde estaba , so pena de la vida. Y luego aquella noche despachó algunos de sus amigos, para que le fuesen a sonsacar toda la gente que traía; que como los más eran vecinos y casados en la con facilidad serían persuadidos; como lo fueron, desamparando a su capitán, que solo le quedaron

Mantenido por hdlabconicet

La Argentina Manuscrita. ISSN 1668-0001. https://n2t.net/ark:/69774/rgm2020. CC BY 4.0