Un a ni ma le jo es al go pe que ño
con es pe jo en la fren te re lu cien te
co mo la bra sa ig ni ta en re cio le ño
co rre y sal ta ve loz y di li gen te
A sí co mo le hi rie ren e cha el ce ño
y en túr bia se el es pe jo de re pen te
pues pa ra que el car bun clo de al go pres te
en vi da el es pe jue lo sa can de és te
Cuán tris te se ha lló y cuán pe no so
Rui Dí az Mel ga re jo Que ha lla do
ha bí a a mí me di jo de u no her mo so
per dio lo por ha bér se le vol ca do
u na ca no a en que i ba muy go zo so
Yo le vi la men tar su suer te y ha do
di cien do si el car bun clo no per die ra
con él al Gran Phi li po yo sir vie ra
An dan do por la gue rra y es cua dro nes
de mí fue ron mil co sas co no ci das
Tra ta ré de u na for ma de ra to nes
y de vis ta ha bla ré y no de o í das
U nas ca ñas he vis to y ca ñu to nes
tan grue sos co mo pier nas muy cre ci das
ca tor ce y quin ce tie ne po cos me nos
ca da ca ña y de a gua to dos lle nos
Un animalejo es, algo pequeño,
con espejo en la frente reluciente
como la brasa ignita en recio leño,
corre y salta veloz y diligente.
Así como le hirieren echa el ceño
y entúrbiase el espejo de repente,
pues para que el carbunclo de algo preste
en vida el espejuelo sacan de éste.
¡Cuán triste se halló, y cuán penoso
Rui Díaz Melgarejo! Que hallado
había, a mí me dijo, de uno hermoso;
perdiolo por habérsele volcado
una canoa en que iba muy gozoso.
Yo le vi lamentar su suerte y hado
diciendo: "si el carbunclo no perdiera,
con él al Gran Philipo yo sirviera".
Andando por la guerra y escuadrones,
de mí fueron mil cosas conocidas.
Trataré de una forma de ratones,
y de vista hablaré y no de oídas.
Unas cañas he visto, y cañutones
tan gruesos como piernas muy crecidas;
catorce y quince tiene pocos menos
cada caña, y de agua todos llenos.
Un animalejo es, algo pequeño,
Con espejo en la frente reluciente,
Como la brasa ignita en recio leño.
Corre y salta veloz y diligente:
Asi como le hirieren echa el ceño,
Y entúrbiase el espejo de repente:
Pues para que el Carbunclo de algo preste
En vida el espejuelo sacan de este.
¡Cuan triste se hallo, y cuan penoso
! que hallado
Habia, a mi me dijo, de uno hermoso;
Perdiólo por habérsele volcado
Una canoa en que iba muy gozoso.
Yo le ví lamentar su suerte y hado,
Diciendo si el carbunclo no perdiera,
Con él al yo sirviera.
Andando por la guerra, y escuadrones,
De mi fueron mil cosas conocidas.
Trataré de una forma de ratones,
Y de vista hablaré y no de oidas.
Unas cañas he visto, y cañutones
Tran gruesos como piernas muy crecidas;
Catorce y quince tiene pocos menos
Cada caña, y de agua todos llenos.