Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

Co mien zan a mo rir to dos ra bian do

los ros tros y los o jos con su mi dos

a los ni ños que mue ren so llo zan do

las ma dres les res pon den con ge mi dos

El pue blo sin ven tu ra la men tan do

a Dios en a sus pi ros do lo ri dos

gri tan vie jos y mo zos da mas be llas

per tur ban con cla mo res las es tre llas

Es ham bre en fer me dad la más ra bio sa

que pue de i ma gi nar nin gún cris tia no

la ma no es tem blan do te me ro sa

no qui sie ra de tal ser es cri ba no

Mi Dios por vues tra san gre tan pre cio sa

li brad me de es te a zo te que el ti ra no

que lle ga ba a ten ta ros bien sa a

que es gra ve mal la ham bre en de ma a

Fue cier to ce le bra da a llí su sa ña

de a ques ta ma ta do ra sin me di da

con tan ta cruel dad y tan ex tra ña

que no po drá de al gu no ser cre í da

no hi zo e lla ja más tal o tra ha za ña

en Ro ma ni en Ju de a re fe ri da

co mo és ta de dos mil que se con ta ron

con la vi da dos cien tos no es ca pa ron

Comienzan a morir todos rabiando,

los rostros y los ojos consumidos;

a los niños que mueren sollozando

las madres les responden con gemidos.

El pueblo sin ventura lamentando,

a Dios envía suspiros doloridos,

gritan viejos y mozos, damas bellas,

perturban con clamores las estrellas.

Es hambre enfermedad la más rabiosa

que puede imaginar ningún cristiano;

la mano está temblando temerosa,

no quisiera de tal ser escribano.

Mi Dios, por vuestra sangre tan preciosa,

libradme de este azote, que el tirano

que llegaba a tentaros, bien sabía

que es grave mal la hambre en demasía.

Fue cierto celebrada allí su saña,

de aquesta matadora sin medida,

con tanta crueldad y tan extraña,

que no podrá de alguno ser creída,

no hizo ella jamás tal otra hazaña

en Roma, ni en Judea referida,

como ésta: de dos mil que se contaron,

con la vida doscientos no escaparon.

Comienzan a morir todos rabiando,

Los rostros y los ojos consumidos:

A los niños que mueren sollozando

Las madres les responden con gemidos.

El pueblo sin ventura lamentando,

A Dios envia suspiros doloridos:

Gritan viejos y mozos, damas bellas,

Perturban con clamores las estrellas.

Es hambre enfermedad la mas rabiosa

Que puede imaginar ningún cristiano:

La mano esta temblando temerosa,

No quisiera de tal ser escribano.

Mi Dios, por vuestra sangre tan preciosa,

Libradme de este azote, que el tirano

Que llegaba a tentaros, bien sabia

Que es grave mal la hambre en demasia.

Fue cierto celebrada allí su saña,

De aquesta matadora sin medida,

Con tanta crueldad y tan estraña,

Que no podrá de alguno ser creida,

No hizo ella jamas tal otra hazaña

En Roma, ni en Judea referida,

Como esta: de dos mil que se contaron,

Con la vida doscientos no escaparon.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0