La pi la de la fuen te más te ní a
de tres pa sos en cua dra su he chu ra
de más que de hom bre mor tal pa re cí a
en ta lle per fec ción y com pos tu ra
En ex tre mo la pla ta re lu cí a
mos tran do su fi ne za y her mo su ra
El a gua di fe ren cia no mos tra ba
de la fuen te y pi lar do se a rro ja ba
La puer ta del pa la cio e ra pe que ña
de co bre pe ro fuer te y muy for ni da
el qui cio pues to y fir me en du ra pe ña
con fuer tes e di fi cios guar ne ci da
Se gu ro que del pe lo y de la gre ña
del vie jo del por te ro que es cre ci da
pu dié ra mos ha cer un gran ca bes tro
o íd pues del vie ja zo el mal si nies tro
A que llos que por di cha ya han pa sa do
por me dio de las to rres y co lu na
ha bien do las ro di llas ya pos tra do
le van tan do los o jos a la lu na
a ques te vie jo a sí les ha ha bla do
con u na muy fe roz voz im por tu na
y di ce A es te a do rad que es so lo u no
el Sol y fue ra dél o tro nin gu no
La pila de la fuente más tenía
de tres pasos en cuadra su hechura,
de más que de hombre mortal parecía
en talle, perfección y compostura.
En extremo la plata relucía
mostrando su fineza y hermosura.
El agua diferencia no mostraba
de la fuente y pilar do se arrojaba.
La puerta del palacio era pequeña,
de cobre, pero fuerte y muy fornida;
el quicio puesto, y firme en dura peña,
con fuertes edificios guarnecida.
Seguro que del pelo y de la greña
del viejo del portero, que es crecida,
pudiéramos hacer un gran cabestro,
oíd pues del viejazo el mal siniestro.
Aquellos que por dicha ya han pasado
por medio de las torres y coluna,
habiendo las rodillas ya postrado,
levantando los ojos a la luna,
aqueste viejo así les ha hablado
con una muy feroz voz importuna,
y dice: "A este adorad, que es solo uno
el Sol, y fuera dél otro ninguno".
La pila de la fuente mas tenia
De tres pasos en cuadra su hechura:
De mas que de hombre mortal parecía
En talle, perfeccion y compostura.
En estremo la plata relucía
Mostrando su fineza y hermosura.
El agua diferencia no mostraba
De la fuente y pilar dó se arrojaba.
La puerta del palacio era pequeña,
De cobre, pero fuerte y muy fornida:
El quicio puesto, y firme en dura peña,
Con fuertes edificios guarnecida.
Seguro que del pelo y de la greña,
Del viejo del portero, que es crecida,
Pudieramos hacer un gran cabestro:
Oid pues del viejazo el mal siniestro.
Aquellos que por dicha ya han pasado
Por medio de las torres y coluna,
Habiendo las rodillas ya postrado,
Levantando los ojos a la luna,
Aqueste viejo así les ha hablado,
Con una muy feroz voz importuna,
Y dice: A este adorad, que es solo uno
El Sol, y fuera dél otro ninguno.