A don Die go el ma yor ha bló pri me ro
di cien do en al ta voz Mi ra que se as
va sa llo de tu Rey muy ver da de ro
por que en a ques te tran ce no te ve as
y pues hi jo tú ves có mo yo mue ro
a sí la glo ria e ter na tú po se as
que cu res de vi vir siem pre de suer te
que no mue ras tam bién de a ques ta muer te
El pre sa gio del pa dre que mo rí a
de ja do por pos tre ro tes ta men to
al don Die go de po co le ser ví a
pues tu vo en San ta Cruz a tre vi mien to
y pa gó en Po to sí su ti ra ní a
Di ré en o tro lu gar es te al za mien to
al A bre go vol va mos que sa bien do
que I ra la vuel ve al mon te va hu yen do
I ra la ha bien do tiem po na ve ga do
el Pa ra guay a rri ba con su gen te
y al buen Nu ño de Cha ves des pa cha do
a que sal ga al Pe rú muy di li gen te
se vuel va a la A sump ción que el que ha pe ca do
no pue de a se gu rar ja más la men te
que no pue de ha llar se me jor cien cia
ni prue ba que le i gua le a la con cien cia
A don Diego el mayor habló primero,
diciendo en alta voz: "Mira que seas
vasallo de tu Rey muy verdadero,
porque en aqueste trance no te veas;
y pues, hijo, tú ves cómo yo muero,
así la gloria eterna tú poseas
que cures de vivir siempre de suerte
que no mueras también de aquesta muerte".
El presagio del padre que moría,
dejado por postrero testamento,
al don Diego de poco le servía,
pues tuvo en Santa Cruz atrevimiento
y pagó en Potosí su tiranía.
Diré en otro lugar este alzamiento;
al Abrego volvamos, que sabiendo
que Irala vuelve, al monte va huyendo.
Irala, habiendo tiempo navegado
el Paraguay arriba con su gente,
y al buen Nuño de Chaves despachado
a que salga al Perú muy diligente,
se vuelva a la Asumpción, que el que ha pecado
no puede asegurar jamás la mente,
que no puede hallarse mejor ciencia,
ni prueba que le iguale a la conciencia.
A el mayor habló primero,
Diciendo en alta voz: Mira que seas
Vasallo de tu Rey, muy verdadero,
Porque en aqueste trance no te veas:
Y pues, hijo, tú ves como yo muero,
Así la gloria eterna tu poseas,
Que cures de vivir siempre de suerte,
Que no mueras tambien de aquesta muerte.
El presagio del padre, que moria,
Dejado por postrero testamento,
Al de poco le servia,
Pues tuvo en Santa Cruz atrevimiento,
Y pagó en Potosí su tiranía.
Diré en otro lugar este alzamiento:
Al volvamos, que sabiendo
Que vuelve, al monte vá huyendo.
habiendo tiempo navegado
El Paraguay arriba con su gente,
Y al buen despachado
A que salga al Perú muy diligente,
Se vuelve a la Asumpcion, que el que ha pecado
No puede asegurar jamás la mente:
Que no puede hallarse mejor ciencia,
Ni prueba, que le iguale a la conciencia.