Su her ma no que es Rui Dí az ha bi ta ba
en Guay ra en es te tiem po re ti ra do
de I ra la que con él mal se lle va ba
a llí po blan do se ha for ti fi ca do
y de a llí con su gen te con quis ta ba
los in dios y en la tie rra a po de ra do
pro cu ra a tra ve sar a San Vi cen te
con á ni mo cre ci do y po ca gen te
La cos ta del Bra sil es tá tem blan do
sa bien do de Rui Dí az la ve ni da
que pien san que se vie ne a po de ran do
de to do lo que ha lla de co rri da
pues sa ben có mo ha an da do con quis tan do
y que tie ne la tie rra a sí ren di da
y no sa be qué quie re Mel ga re jo
mas ved en qué ha pa ra do su con se jo
A lle ga a San Vi cen te do Cu pi do
de sem bra za cruel su fle cha di ra
y há ce le que dar pre so y ren di do
al ros tro an ge li cal de do ña El vi ra
Quien in dios y es pa ño les ha ven ci do
ven ci do y muer to que da por que mi ra
Y pien sas tú Cu pi do no lo fue ras
mi ran do a do ña El vi ra de Con tre ras
Su hermano, que es Rui Díaz, habitaba
en Guayra en este tiempo, retirado
de Irala, que con él mal se llevaba;
allí poblando se ha fortificado,
y de allí con su gente conquistaba
los indios, y en la tierra apoderado
procura atravesar a San Vicente,
con ánimo crecido y poca gente.
La costa del Brasil está temblando
sabiendo de Rui Díaz la venida,
que piensan que se viene apoderando
de todo lo que halla de corrida,
pues saben cómo ha andado conquistando,
y que tiene la tierra así rendida;
y no sabe qué quiere Melgarejo,
mas ved en qué ha parado su consejo.
Allega a San Vicente, do Cupido
desembraza cruel su flecha dira,
y hácele quedar preso y rendido
al rostro angelical de doña Elvira.
Quien indios y españoles ha vencido,
vencido y muerto queda porque mira.
¡Y piensas tú, Cupido, no lo fueras
mirando a doña Elvira de Contreras!
El santo del sonriendo,
Con un blando semblante respondia
A lo que iba repartiendo,
Que ya su condicion bien conocia:
Bien a la propia suya resistiendo,
Porque de mucho se temia,
Procura de sufrir, pues se vé solo,
Y todos contra él con fraude y dolo.
En esto de Castilla, ¡Dios eterno,
Cuan grande es, y cuan alta tu sapiencia!
Al le envian el gobierno;
Mas sobreviene luego una dolencia,
Y no pudo durar solo un invierno:
Que el que con fraude obtuvo la potencia
Los veinticuatro años con tal daño,
No dura con derecho solo un año.
Despues de muerto, se juntaron
En una iglesia todos, y eligieron,
De doce caballeros que nombraron,
Los cuatro, cuyos nombres escribíeron:
Por opuestos aquestos señalaron,
Los vecinos sus votos aquí dieron.
Salió , el de ,
Que con hija de se casára.