Oh Mar qués des tos ca sos es cri ba no
en do to da mal dad pu ra se en cie rra
sa ca rí a se pri me ro a ques ta ma no
que es cri bie ra es crip tu ra ma la y pe rra
Mas ay co mo el jui cio so be ra no
pa ra cas ti go tu yo en ví a a Gue rra
O bis po que po nién do te en ca de na
a ti y tu ha cien da lle va pe na
Al fin pues ya del tem plo con sa gra do
di cien do mil o pro bios y bal do nes
y fal sos tes ti mo nios del Pre la do
por so los sus ren co res y pa sio nes
ex pe len al cris tia no a rro di lla do
ha cién do le que sal ga a rem pu jo nes
For zán do la a sa lir la puer ta a fue ra
u na da ma ha bló de es ta ma ne ra
Pues no son po de ro sos los ma ri dos
Pi dá mos les las ar mas y vol va mos
por la hon ra de Dios Y con ge mi dos
de cí a No con vie ne con sin ta mos
a ques tos ma le fi cios co no ci dos
y to das al pre la do de fen da mos
Que más va le mo rir hon ro sa muer te
que un mal di si mu lar de a ques ta suer te
¡Oh, Marqués!, destos casos escribano,
en do toda maldad pura se encierra,
sacaríase primero aquesta mano
que escribiera escriptura mala y perra.
Mas ¡ay! como el juicio soberano
para castigo tuyo envía a Guerra
Obispo, que poniéndote en cadena
a ti y tu hacienda lleva pena.
Al fin, pues, ya del templo consagrado,
diciendo mil oprobios y baldones,
y falsos testimonios del Prelado,
por solos sus rencores y pasiones
expelen al cristiano arrodillado,
haciéndole que salga a rempujones.
Forzándola a salir la puerta afuera,
una dama habló de esta manera.
¡Pues no son poderosos los maridos!
Pidámosles las armas, y volvamos
por la honra de Dios. Y con gemidos
decía: No conviene consintamos
aquestos maleficios conocidos,
y todas al prelado defendamos.
Que más vale morir honrosa muerte,
que un mal disimular de aquesta suerte.
¡O Marqués! destos casos escribano,
En dó toda maldad pura se encierra,
Secáriase primero aquesta mano,
Que escribiera escriptura mala y perra.
Mas ¡ay! como el juicio soberano
Para castigo tuyo envia a
Obispo
A tí, y tu hacienda lleva pena.
Al fin, pues, ya del templo consagrado,
Diciendo mil oprobios y baldones,
Y falsos testimonios del ,
Por solos sus rencores y pasiones,
Expelen al cristiano arrodillado,
Haciéndole que salga a rempujones.
Forzándola a salir la puerta afuera,
Una hablo de esta manera.
¡Pues no son poderosos los maridos!
Pidamosles las armas, y volvamos
Por la honra de Dios. Y con gemidos
Decía:--no conviene consintamos
Aquestos maleficios conocidos;
Y todas al prelado defendamos.
Que mas vale morir honrosa muerte,
Que un mal disimular de aquesta suerte.