Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

A mi rar la vi sión los que sa lie ron

a un pa tio do el Se go via re pa ra ba

un Án gel re lum bran do to dos vie ron

que pa re ce u na es pa da des nu da ba

Mu chos a ques to mis mo me di je ron

y el Án gel pa re a que a ma ga ba

con la es pa da des nu da que te a

y gol pes ha cia a ba jo sa cu a

El ce res ve ni do pues a mi sa

en tró la tur ba mul ta muy de re cha

e chó a ce res ma no muy a pri sa

y al gu nos de los su yos no a pro ve cha

que el ne go cio se guí a ya de gui sa

que ca da cual a pu ja ma no le e cha

y al fin pre so le lle van muy de vue lo

sin de jar le lle gar los pies al sue lo

Con voz del San to O fi cio y a pe lli do

le pren den y e so sue na su pro ce so

en un pun to se ve el po bre a fli gi do

con mi se ra ble fin del mal ex ce so

Quién du da que es ta ba a rre pen ti do

en con tem plar el tris te a quel su ce so

Que el so lo co no cer su gra ve cul pa

es lo que al pe ca dor más le dis cul pa

A mirar la visión los que salieron

a un patio do el Segovia reparaba,

un Ángel relumbrando todos vieron,

que parece una espada desnudaba.

Muchos aquesto mismo me dijeron,

y el Ángel parecía que amagaba

con la espada desnuda que tenía,

y golpes hacia abajo sacudía.

El Cáceres venido pues a misa,

entró la turbamulta muy derecha,

echó a Cáceres mano muy a prisa,

y algunos de los suyos no aprovecha,

que el negocio seguía ya de guisa

que cada cual a puja mano le echa;

y al fin preso le llevan muy de vuelo,

sin dejarle llegar los pies al suelo.

Con voz del Santo Oficio y apellido

le prenden, y eso suena su proceso;

en un punto se ve el pobre afligido

con miserable fin del mal exceso.

¡Quién duda que estaba arrepentido

en contemplar el triste aquel suceso!

Que el solo conocer su grave culpa

es lo que al pecador más le disculpa.

A mirar la vision los que salieron

A un patio do el reparaba,

Un Angel relumbrando todos vieron,

Que parece una espada desnudaba.

Muchos aquesto mismo me dijeron;

Y el Angel parecia que amagaba

Con la espada desnuda que tenia,

Y golpes hacia abajo sacudia.

El venido pues a misa,

Entro la turba multa muy derecha,

Echó a mano muy a prisa,

Y algunos de los suyos no aprovecha;

Que el negocio seguia ya de guisa,

Que cada cual a puja mano le echa;

Y al fin preso le llevan muy de vuelo,

Sin dejarle llegar los pies al suelo.

Con voz del Santo Oficio y apellido

Le prenden, y eso suena su proceso:

En un punto se vé el pobre afligido,

Con miserable fin del mal exceso.

¡Quien duda que estaba arrepentido,

En contemplar el triste aquel suceso!

Que el solo conocer su grave culpa,

Es lo que al pecador mas le disculpa.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0