For tu na a cá y a llá yen do y vi nien do
en la cor te le po ne en tal es ta do
que aun que a la sa zón es tá ri gien do
le tie ne al pa re cer des ba ra ta do
Con to do de sus ma ñas se va lien do
con tí tu lo y bla són de A de lan ta do
del pues to de San Lú car se sa lí a
y el a ño de se ten ta y dos co rrí a
Con él i ban sol te ros y ca sa dos
ca sa das y don ce llas de via je
en tres na ví os mal a de re za dos
con u na za bra ma la y de mal tra je
Al pa re cer a muer te con de na dos
con o tros quin ce o vein te en un pa ta je
Mas és tos me jor di cha al fin tu vie ron
que en tie rra del Bra sil li bres sur gie ron
Ca mi na pues la ar ma da al gu nas le guas
en tre ga da a las on das de Nep tu no
y en gol fa da en el gol fo de las Ye guas
su ce de un ven da val tan im por tu no
que si Dios no pu sie ra pres to tre guas
de to dos no es ca pa ra ni só lo u no
Y vien do an dar el mar por las es tre llas
de te mor llo ran hom bres y don ce llas
Fortuna acá y allá yendo y viniendo,
en la corte le pone en tal estado,
que aunque a la sazón está rigiendo,
le tiene al parecer desbaratado.
Con todo, de sus mañas se valiendo,
con título y blasón de Adelantado
del puesto de San Lúcar se salía,
y el año de setenta y dos corría.
Con él iban solteros y casados,
casadas y doncellas de viaje,
en tres navíos mal aderezados,
con una zabra mala y de mal traje.
Al parecer a muerte condenados,
con otros quince o veinte en un pataje.
Mas éstos mejor dicha al fin tuvieron,
que en tierra del Brasil libres surgieron.
Camina pues la armada algunas leguas
entregada a las ondas de Neptuno,
y engolfada en el golfo de las Yeguas
sucede un vendaval tan importuno,
que si Dios no pusiera presto treguas,
de todos no escapara ni sólo uno.
Y viendo andar el mar por las estrellas,
de temor lloran hombres y doncellas.
Fortuna acá y alla yendo y viniendo,
En la corte le pone en tal estado,
Que aunque a la sazon esta rigendo,
Le tiene al parecer desbaratado.
Con todo, de sus mañas se valiendo,
Con titulo y blason de
Del puerto de San Lucar se salia,
Y el año de setenta y dos corria.
Con el iban solteros y casados,
Casadas y doncellas de viage,
En tres navios mal aderezados,
Con una zabra mala y de mal trage.
Al parecer a muerte condenados,
Con otros quince ó veinte en un patage.
Mas estos mejor dicha al fin tuvieron,
Que en tierra del Brasil libres surgieron.
Camina pues la armada algunas leguas,
Entregada a las ondas de Neptuno,
Y engolfada en el golfo de las Yeguas,
Sucede un vendaval tan importuno,
Que si Dios no pusiera presto treguas,
De todos no escapara ni solo uno:
Y viendo andar el mar por las estrellas,
De temor lloran hombres y doncellas.