De a po co se par tió el A de lan ta do
con más de o chen ta hom bres es co gi dos
al puer to de I bia cá que es tá po bla do
de jan do a los de más muy de sa bri dos
Con se jo fue cier to es te mal guia do
y a sí los que que da ron son per di dos
que ni ar mas ni co mi da les que da ba
y la fuer za ya a to dos les fal ta ba
Que da ron en la is la a bue na cuen ta
dos cien tos y cin cuen ta o más sol da dos
ca sa das y don ce llas hay cin cuen ta
su je tas a mi se ria y tris tes ha dos
En ver que Juan Or tiz de a llí se au sen ta
al gu nos de te mor es tán tur ba dos
y su te mor se di cen y pu bli can
que cru da muer te y ham bre pro nos ti can
Que dó por Ca pi tán a quí nom bra do
un Pa blo San tia go pues ca mi na
al puer to de I bia cá el A de lan ta do
que es tie rra muy cer ca na y bien ve ci na
y a sí el pro pio dí a hu bo lle ga do
sin su ce der de sas tre ni mo hí na
Los in dios sa len pres to a re ci bi llos
y dan les de co mer a dos ca rri llos
De a poco se partió el Adelantado
con más de ochenta hombres escogidos
al puerto de Ibiacá, que está poblado,
dejando a los demás muy desabridos.
Consejo fue cierto este mal guiado,
y así los que quedaron son perdidos,
que ni armas ni comida les quedaba,
y la fuerza ya a todos les faltaba.
Quedaron en la isla a buena cuenta
doscientos y cincuenta o más soldados,
casadas y doncellas hay cincuenta,
sujetas a miseria y tristes hados.
En ver que Juan Ortiz de allí se ausenta,
algunos de temor están turbados,
y su temor se dicen y publican,
que cruda muerte y hambre pronostican.
Quedó por Capitán aquí nombrado
un Pablo Santiago; pues camina
al puerto de Ibiacá el Adelantado,
que es tierra muy cercana y bien vecina
y así el propio día hubo llegado,
sin suceder desastre ni mohína.
Los indios salen presto a recibillos
y danles de comer a dos carrillos.
De a poco se partió el
Con mas de ochenta hombres escogidos,
Al puerto de Ibiacá que esta poblado,
Dejando a los demas muy desabridos.
Consejo fué cierto este mal guiado;
Y así los que quedaron son perdidos,
Que ni armas, ni comida les quedaba,
Y la fuerza ya a todos les faltaba.
Quedaron en la isla a buena cuenta
Docientos y cincuenta, ó mas soldados,
Casadas y doncellas hay cincuenta,
Sujetas a miseria y tristes hados.
En ver que de alli se ausenta,
Algunos de temor estan turbados,
Y su temor se dicen y publican,
Que cruda muerte y hambre pronostican.
Quedo por capitan aquí nombrado
Un ; pues camina
Al puerto de Ibiaca el ,
Que es tierra muy cercana y bien vecina:
Y así el propio dia hubo llegado,
Sin suceder desastre ni mohina.
Los indios salen presto a recibillos,
Y danles de comer a dos carrillos.