Pi lo tos y ma es tros ma ri ne ros
gru me tes pa jes frai les y sol da dos
mu je res y mu cha chos pa sa je ros
an da ban dan do vo ces muy tur ba dos
Los gri tos y a la ri dos men sa je ros
a llí son de u na na ve a o tra en via dos
y ca da cual so co rro de man da ba
que i gual e ra el do lor que se pa sa ba
Li bro nos nues tro Dios de a quel tor men to
de a quel tran ce y do lor tan do lo ro so
de sis tien do el fe roz y cru do vien to
y vien do bo nan za con re po so
Mas ay que en a cor dar me del tal cuen to
tem blan do es toy con fu so y te me ro so
que ta les co sas vi que pa re cí a
que el jui cio fi nal lle ga do ha bí a
Quién du da que el de mo nio no pro cu re
im pe dir cuan to pue de a los cris tia nos
a que la fe no crez ca por que du re
el rei no que él ob tie ne en los pa ga nos
Pues no es tá cla ro ya sin que se ju re
cuán ex ten di da es tá en tre los in dia nos
y con cuán to fer vor se han bau ti za do
y sus mal di tos ri tos re nun cia do
Pilotos y maestros, marineros,
grumetes, pajes, frailes y soldados,
mujeres y muchachos, pasajeros,
andaban dando voces muy turbados.
Los gritos y alaridos mensajeros
allí son de una nave a otra enviados,
y cada cual socorro demandaba,
que igual era el dolor que se pasaba.
Libronos nuestro Dios de aquel tormento,
de aquel trance y dolor tan doloroso,
desistiendo el feroz y crudo viento,
y viendo bonanza con reposo.
Mas, ¡ay!, que en acordarme del tal cuento,
temblando estoy, confuso y temeroso,
que tales cosas vi, que parecía
que el juicio final llegado había.
¿Quién duda que el demonio no procure
impedir cuanto puede a los cristianos
a que la fe no crezca, porque dure
el reino que él obtiene en los paganos?
¿Pues no está claro ya, sin que se jure,
cuán extendida está entre los indianos,
y con cuánto fervor se han bautizado,
y sus malditos ritos renunciado?
Pilotos y maestres, marineros,
Grumetes, pages, frailes y soldados,
Mugeres y muchachos, pasageros,
Andaban dando voces muy turbados.
Los gritos y alaridos mensageros
Allí son de una nave a otra enviados,
Y cada cual socorro demandaba,
Que igual era el dolor que se pasaba.
Librónos nuestro de aquel tormento,
De aquel trance y dolor tan doloroso,
Desistiendo el feroz y crudo viento,
Y viniendo bonanza con reposo.
Mas ¡Ay! que en acordarme del tal cuento,
Temblando estoy, confuso y temeroso:
Que tales cosas ví, que parecia
Que el juicio final llegado habia.
¿Quien duda que el demonio no procure
Impedir cuanto puede a los cristianos
A que la Fé no cresca, porque dure
El reino que él obtiene en los paganos?
¿Pues no está claro ya, sin que se jure,
Cuan estendida está entre los indianos,
Y con cuanto fervor se han bautizado,
Y sus malditos ritos renunciado?