Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

Tan suel tos y li ge ros son que al can zan

co rrien do por los cam pos los ve na dos

tras fuer tes a ves tru ces se a ba lan zan

has ta de llos se ver a po de ra dos

con u nas bo las que u san los al can zan

si ven que es tán a le jos a par ta dos

y tie nen en la ma no tal des tre za

que a cier tan con la bo la en la ca be za

A cien pa sos que es co sa mons truo sa

a pun ta el Cha rrua ha a don de quie re

y no ye rra ni un pun to a que lla co sa

que ti ra que do a pun ta a llí la hie re

En tre e llos a quél es de fa ma hon ro sa

a cu yas ma nos gen te mu cha mue re

y tan tas cuan tos ma ta cu chi lla das

en su cuer po se de ja se ña la das

Mas no por e so de ja de qui tar le

al cuer po del que ma ta al gún des po jo

No lo se con ten ta con lle var le

las ar mas o ves ti dos a que e cha el o jo

que el pe lle jo a cos tum bra de so llar le

del ros tro Qué mal di to y cru do an to jo

Que en mues tra de que sa le con vic to ria

la piel lle va y la guar da por me mo ria

Tan sueltos y ligeros son, que alcanzan

corriendo por los campos los venados,

tras fuertes avestruces se abalanzan

hasta dellos se ver apoderados;

con unas bolas que usan los alcanzan

si ven que están a lejos apartados,

y tienen en la mano tal destreza

que aciertan con la bola en la cabeza.

A cien pasos (que es cosa monstruosa)

apunta el Charruaha a donde quiere,

y no yerra ni un punto aquella cosa

que tira, que do apunta allí la hiere.

Entre ellos aquél es de fama honrosa

a cuyas manos gente mucha muere,

y tantas, cuantos mata, cuchilladas

en su cuerpo se deja señaladas,

Mas no por eso deja de quitarle

al cuerpo del que mata algún despojo.

No sólo se contenta con llevarle

las armas o vestidos a que echa el ojo,

que el pellejo acostumbra desollarle

del rostro. ¡Qué maldito y crudo antojo!

Que en muestra de que sale con victoria

la piel lleva, y la guarda por memoria.

Tan sueltos y ligeros son, que alcanzan

Corriendo por los campos los venados;

Tras fuertes avestruces se abalanzan,

Hasta dellos se ver apoderados;

Con unas bolas que usan, los alcanzan,

Si vén que están a lejos apartados;

Y tienen en la mano tal destreza,

Que aciertan con la bola en la cabeza.

A cien pasos (que es cosa monstruosa)

Apunta el a donde quiere,

Y no yerra ni un punto aquella cosa

Que tira; que dó apunta allí la hiere.

Entre ellos aquel es de fama honrosa,

A cuyas manos gente mucha muere,

Y tantas, cuantos mata, cuchilladas

En su cuerpo se deja señaladas.

Mas no por eso deja de quitarle

Al cuerpo del que mata algun despojo:

No solo se contenta con llevarle

Las armas ó vestidos a que echa el ojo,

Que el pellejo acostumbra desollarle

Del rostro: ¡Qué maldito y crudo antojo!

Que en muestra de que sale con victoria

La piel lleva, y la guarda por memoria.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0