Sus in dios pie dras ti ran aun a lle gan
con e llas a la na ve do tem blan do
la gen te es tá En la pól vo ra no pe gan
las me chas aun que es tán más re fre gan do
Los in dios por las yer bas se re frie gan
mo tín per ne ta ha cen muy gri tan do
al fin de jan el cam po ya ve ni da
la no che ho rri ble tris te obs cu re ci da
A pe nas a ma ne ce cuan do vie ne
un in dio de en dia bla da ca ta du ra
y muy po co en la pla ya se de tie ne
Has ta que el a gua lle ga a su cin tu ra
de a llí di ce que ga na gran de tie ne
de pro bar en el cam po su ven tu ra
que sal ga a quel cris tia no del na ví o
que qui sie re a cep tar el de sa fí o
De par te de la Lu na a quien a do ro
es tá di cien do el in dio yo pro me to
guar dar la fe que die re que el te so ro
que es ti ma re ma yor de a ques te rie to
se rá que en es tas tie rras don de mo ro
de Za pi cán un in dio su sub je to
sin o tra a yu da al gu no en es te lla no
se a tre va a com ba tir con un cris tia no
Sus indios piedras tiran, aun allegan
con ellas a la nave, do temblando
la gente está. En la pólvora no pegan
las mechas, aunque están más refregando.
Los indios por las yerbas se refriegan,
motín, perneta hacen muy gritando;
al fin dejan el campo ya venida
la noche horrible, triste, obscurecida.
Apenas amanece, cuando viene
un indio de endiablada catadura,
y muy poco en la playa se detiene.
Hasta que el agua llega a su cintura,
de allí dice que gana grande tiene
de probar en el campo su ventura,
que salga aquel cristiano del navío
que quisiere aceptar el desafío.
"De parte de la Luna a quien adoro",
está diciendo el indio, "yo prometo
guardar la fe que diere; que el tesoro
que estimare mayor de aqueste rieto,
será que en estas tierras donde moro
de Zapicán un indio su subjeto,
sin otra ayuda alguno en este llano,
se atreva a combatir con un cristiano".
Sus indios piedras tiran, aun allegan
Con ellas a la nave, do temblando
La gente esta. En la pólvora no pegan
Las mechas, aunque estan mas refregando.
Los indios por las yerbas se refriegan,
Motin, perneta hacen muy gritando;
Al fin dejan el campo ya venida
La noche horrible, triste, obscurecida.
Apenas amanece, cuando viene
Un indio de endiablada catadura,
Y muy poco en la playa se detiene,
Hasta que el agua llega a su cintura
De allí dice, que gana grande tiene
De probar en el campo su ventura,
Que salga aquel cristiano del navio,
Que quisiere aceptar el desafio.
De parte de la Luna a quien adoro,
Esta diciendo el indio, yo prometo
Guardar la fé que diere; que el tesoro
Que estimare mayor de aqueste rieto,
Sera que en estas tierras donde moro
De un indio su subiecto,
Sin otra ayuda alguna en este llano,
Se atreva a combatir con un cristiano.