Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

Canto duodécimo

Viene Rui Díaz Melgarejo; múdase el armada a la isla de Martín García; baja Garay con socorro; sucede la muerte de los dos firmes amantes Yanduballo y Liropeya.

For tu na por ha blar de es ta ma ne ra

oh ha do bien to mán do lo sin do lo

fa vo re ce a Ro dri go por que es pe ra

la sin ven tu ra gen te en é se lo

A da le con prós pe ra ca rre ra

y con tus lar gos vien tos gran E o lo

que el za ra ti no e jér ci to pe nan do

es y a Dios sus pi ros en vian do

Y tú so sie ga al mar vie jo Nep tu no

y haz que su ca rre ra lla na se a

que to da a ques ta ar ma da de con su no

a bra zos con la muer te ya pe le a

y du do ya que es ca pe ni lo u no

de ham bre no se ha lla ya quien ve a

Re die lo pues Dios que él lo pue de

y a quel a quien él lo lo con ce de

Fortuna, por hablar de esta manera,

oh hado, bien tomándolo sin dolo,

favorece a Rodrigo, porque espera

la sin ventura gente en ése sólo.

Ayúdale con próspera carrera,

y con tus largos vientos, gran Eolo,

que el zaratino ejército penando

está, y a Dios suspiros enviando.

Y tú sosiega al mar, viejo Neptuno,

y haz que su carrera llana sea,

que toda aquesta armada de consuno

a brazos con la muerte ya pelea,

y dudo ya que escape ni sólo uno,

de hambre no se halla ya quien vea.

Remédielo, pues, Dios, que él sólo puede,

y aquel a quien él sólo lo concede.

CANTO DUODECIMO

Viene ;

mudase el Armada a la

isla de Martin Garcia; baja con

socorro; sucede la muerte de

los dos firmes amantes

y .

Fortuna, por hablar de esta manera,

O hado, bien tomándolo sin dolo,

Favorece a , porque espera

La sin ventura gente en ese solo.

Ayudale con prospera carrera,

Y con tus largos vientos, gran ,

Que el zaratino ejército penando

Está, y a Dios suspiros enviando.

Y tu sosiega al mar, viejo ,

Y haz que su carrera llana sea,

Que toda aquesta Armada de consuno

A brazos con la muerte ya pelea:

Y dudo ya que escape ni solo uno,

De hambre no se halla ya quien vea.

Remedielo, pues, Dios, que él solo puede,

Y aquel a quien él solo lo concede.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0