Al dí a del pos trer jui cio fi gu ra ba
a quel nau fra gio nues tro do lo ro so
Cual in dio de la bal sa se a rro ja ba
por ir na dan do a tie rra co di cio so
cual vuel ve do la bal sa se a ne ga ba
en bus ca del Se ñor que es tá llo ro so
Las in dias di cen to das que lla me mos
a nues tro Dios pues to dos pe re ce mos
Los ca ba llos ya suel tos van na dan do
y no tie nen pe li gro si no a fie rra
el ca bo en par te al gu na que col gan do
le lle van por el a gua has ta tie rra
La bar ca sa le en sal vo y des car gan do
la ro pa y a dhe ren tes de la gue rra
en bus ca de las bal sas tor na a pri sa
a don de to dos an dan sin ca mi sa
El que es buen na da dor aun que con mie do
al a gua des nu dán do se se a rro ja
quien no sa be na dar es ta se que do
y en la bal sa me ti do bien se mo ja
Mas ya yo de na dar ha blar no pue do
la gen te sa le a tie rra do se a lo ja
ten di da por la frí a y du ra a re na
De jé mos los que en tien dan en su ce na
Al día del postrer juicio figuraba
aquel naufragio nuestro doloroso.
Cual indio de la balsa se arrojaba
por ir nadando a tierra codicioso;
cual vuelve do la balsa se anegaba
en busca del Señor que está lloroso.
Las indias dicen todas que llamemos
a nuestro Dios, pues todos perecemos.
Los caballos ya sueltos van nadando,
y no tienen peligro, si no afierra
el cabo en parte alguna, que colgando
le llevan por el agua hasta tierra.
La barca sale en salvo, y descargando
la ropa y adherentes de la guerra,
en busca de las balsas torna a prisa
a donde todos andan sin camisa.
El que es buen nadador, aunque con miedo,
al agua desnudándose se arroja;
quien no sabe nadar estase quedo,
y en la balsa metido bien se moja.
Mas ya yo de nadar hablar no puedo;
la gente sale a tierra do se aloja,
tendida por la fría y dura arena.
Dejémoslos que entiendan en su cena.
Al dia del juicio figuraba
Aquel naufragio nuestro doloroso.
Cual indio de la balsa se arrojaba
Por ir nadando a tierra codicioso;
Cual vuelve dó la balsa se anegaba
En busca del Señor que está lloroso.
Las indias dicen todas que llamemos
A nuestro Dios, pues todos perecemos.
Los caballos ya sueltos van nadando.
Y no tienen peligro, sino afierra
El cabo en parte alguna, que colgando
Le llevan por el agua hasta tierra.
La barca sale en salvo, y descargando
La ropa y aderentes de la guerra,
En busca de las balsas torna a prisa,
A donde todos andan sin camisa.
El que es buen nadador, aunque con miedo,
Al agua desnudandose se arroja:
Quien no sabe nadar estáse quedo,
Y en la balsa metido bien se moja.
Mas ya yo de nadar hablar no puedo:
La gente sale a tierra dó se aloja,
Tendida por la fria y dura arena:
Dejemoslos, que entiendan en su cena.