Un ca so con ta ré que ma ni fies ta
en su tan to y ma ne ra es ta sen ten cia
de có mo hu ma na guar da po co pres ta
si es tá en con tra di vi na Pro vi den cia
Su ce de a me dia no che u na mo les ta
y tris te des ven tu ra di li gen cia
no bas ta a le im pe dir por que la ca sa
de Juan Or tiz se tor na he cha bra sa
Al pun to que la gen te re po sa ba
un fue go se em pren dió el A de lan ta do
se gún pa re ció ser des pier to es ta ba
a pri sa sin pa rar se ha le van ta do
El vien to al fue go fuer za a cre cen ta ba
la ca sa y cuan to tie ne se ha a bra sa do
que mien tras más va el fue go más se a ti za
y vuel ve to do en pol vo y en ce ni za
E ter no Dios que a zo tas y cas ti gas
los hom bres por ra zo nes ex qui si tas
qué de tor men tas ham bre sed fa ti gas
tra ba jos gue rras co sas in fi ni tas
he vis to Y sé Se ñor que más o bli gas
a quel a quien cas ti gas y lo in ci tas
a que an de en te ro siem pre en tu ser vi cio
mas no co no ce el ma lo el be ne fi cio
Un caso contaré, que manifiesta
en su tanto y manera esta sentencia,
de cómo humana guarda poco presta
si está en contra divina Providencia.
Sucede a media noche una molesta
y triste desventura, diligencia
no basta a le impedir, porque la casa
de Juan Ortiz se torna hecha brasa.
Al punto que la gente reposaba,
un fuego se emprendió; el Adelantado,
según pareció ser, despierto estaba,
a prisa sin parar se ha levantado.
El viento al fuego fuerza acrecentaba,
la casa y cuanto tiene se ha abrasado,
que mientras más va, el fuego más se atiza,
y vuelve todo en polvo y en ceniza.
¡Eterno Dios!, que azotas y castigas
los hombres por razones exquisitas,
¡qué de tormentas, hambre, sed, fatigas,
trabajos, guerras, cosas infinitas
he visto! Y sé Señor, que más obligas
aquel a quien castigas, y lo incitas
a que ande entero siempre en tu servicio,
mas no conoce el malo el beneficio.
Un caso contaré, que manifiesta
En su tanto y manera esta sentencia,
De como humana guarda poco presta,
Si esta encontra divina Providencia.
Sucede a media noche una molesta
Y triste desventura, diligencia
No basta a le impedir, porque la casa
De se torna hecha brasa.
Al punto que la gente reposaba,
Un fuego se emprendio, el Adelantado,
Segun pareció ser, despierto estaba,
A priesa sin parar se ha levantado:
El viento al fuego fuerza acrecentaba,
La casa y cuanto tiene se ha abrasado,
Que mientras mas va, el fuego mas se atiza,
Y vuelve todo en polvo y en ceniza.
¡Eterno Dios!, que azotas y castigas
Los hombres por razones esquisitas,
Que de tormentas, hambre, sed, fatigas,
Trabajos, guerras, cosas infinitas
He visto? Y sé Señor, que mas obligas
Aquel a quien castigas, y le incitas
A que ande entero siempre en tu servicio:
Mas no conoce el malo el beneficio.