Los in dios con a ques to se es pan ta ron
de suer te que a él con o tros com pa ñe ros
que ha bí an muer to a to dos en te rra ron
llo ran do por que fue ron car ni ce ros
de a quel ben di to frai le que ma ta ron
Y es tán en su te mor hoy tan en te ros
los des cen dien tes de e llos que re ce lo
tie nen que les ven ga fue go del Cie lo
A nues tra his to ria pues dan do la vuel ta
Ca yú de su hi jue lo de se o so
tras el Ga ray se fue que a ve la suel ta
el rí o a rri ba i ba sin re po so
Y cuen ta có mo al hi jo no le suel ta
el Juan Or tiz y pí de le llo ro so
que le es cri ba u na car ta en que le rue gue
que su que ri do hi jo se le en tre gue
Es Ya man dú en a ques to el tru ja man te
que es pri mo del Ca yú muy con fia do
es tá por que po nién do se de lan te
de nues tro Juan Or tiz A de lan ta do
ha rá con su sa ber y buen sem blan te
que que de Juan Or tiz bien en ga ña do
Mas u no pien sa el ba yo a llá en Cas ti lla
se di ce y o tro es el que le en si lla
Los indios con aquesto se espantaron,
de suerte que a él con otros compañeros
que habían muerto a todos enterraron,
llorando porque fueron carniceros
de aquel bendito fraile que mataron.
Y están en su temor hoy tan enteros
los descendientes de ellos, que recelo
tienen que les venga fuego del Cielo.
A nuestra historia, pues, dando la vuelta,
Cayú de su hijuelo deseoso
tras el Garay se fue, que a vela suelta
el río arriba iba sin reposo.
Y cuenta cómo al hijo no le suelta
el Juan Ortiz, y pídele lloroso
que le escriba una carta, en que le ruegue
que su querido hijo se le entregue.
Es Yamandú en aquesto el trujamante,
que es primo del Cayú; muy confiado
está, porque poniéndose delante
de nuestro Juan Ortiz, Adelantado,
hará con su saber y buen semblante
que quede Juan Ortiz bien engañado.
Mas uno piensa el bayo (allá en Castilla
se dice) y otro es el que le ensilla.
Los indios con aquesto se espantaron
De suerte, que a el con otros compañeros
Que habian muerto, a todos enterraron,
Llorando porque fueron carniceros
De aquel bendito fraile que mataron.
Y estan en su temor hoy tan enteros
Los descendientes de ellos, que recelo
Tienen que les venga fuego del Cielo.
A nuestra historia, pues, dando la vuelta,
de su hijuelo deseoso,
Tras el se fué, que a vela suelta
El rio arriba iba sin reposo:
Y cuenta como al hijo no le suelta
El , y pidele lloroso
Que le escriba una carta, en que le ruegue
Que su querido hijo se le entregue.
Es en aquesto el trujamante,
Que es primo del ; muy confiado
Está, porque poniéndose delante
De nuestro , Adelantado,
Hara con su saber y buen semblante,
Que quede bien engañado:
Mas uno piensa el bayo (allá en
Se dice) y otro es él que le ensilla.