El nues tro Pa nia gua pla cen ti no
con gen te muy lus tro sa y muy lu ci da
con á ni mo de fuer te pa la di no
co men zó co mo di je su par ti da
Y tan pu jan te fue que de ca mi no
la tie rra a su dic ción que dó ren di da
Don Die go de es pe rar le ya can sa do
a San ta Cruz en fer mo se ha tor na do
De ma nos y de pies Dios le ha tu lli do
que es lás ti ma de ver al ca ba lle ro
que aun o bras na tu ra les no ha po di do
sin a yu da ha cer de o tro ter ce ro
A San ta Cruz de vuel ta ya ve ni do
de don Ga briel le vie ne un men sa je ro
con car tas del Vi rrey y pro me ti das
del pro pio y Gó mez y Á vi la las vi das
Lle gan do don Ga briel a a ques te pues to
que las hor cas de Cha ves es lla ma do
ha lló có mo don Die go con el res to
de su gen te ya ha bí a ca mi na do
Las car tas des pa chan do muy de pres to
con los su yos se que da a llí a lo ja do
que a de lan te pa sar no se po dí a
que la tie rra de a guas se cu brí a
El nuestro Paniagua placentino
con gente muy lustrosa y muy lucida,
con ánimo de fuerte paladino,
comenzó, como dije, su partida.
Y tan pujante fue, que de camino
la tierra a su dicción quedó rendida.
Don Diego de esperarle ya cansado,
a Santa Cruz enfermo se ha tornado.
De manos y de pies Dios le ha tullido
que es lástima de ver al caballero,
que aun obras naturales no ha podido
sin ayuda hacer de otro tercero.
A Santa Cruz de vuelta ya venido,
de don Gabriel le viene un mensajero
con cartas del Virrey, y prometidas
del propio y Gómez y Ávila las vidas.
Llegando don Gabriel a aqueste puesto
que las horcas de Chaves es llamado,
halló cómo don Diego con el resto
de su gente ya había caminado.
Las cartas despachando muy de presto,
con los suyos se queda allí alojado,
que adelante pasar no se podía,
que la tierra de aguas se cubría.
El nuestro placentino,
Con gente muy lustrosa y muy lucida,
Con ánimo de fuerte paladino
Comenzó, como dije, su partida.
Y tan pujante fué, que de camino
La tierra a su diccion quedó rendida.
de esperarle ya cansado,
A Santa Cruz, enfermo, se ha tornado.
De manos y de pies Dios le ha tullido;
Que es lástima de ver al caballero,
Que aun obras naturales no ha podido
Sin ayuda hacer de otro tercero.
A Santa Cruz de vuelta ya venido,
De le viene un mensagero
Con cartas del Virrey, y prometidas
Del propio, y y las vidas.
Llegando a aqueste puesto,
Que las horcas de es llamado,
Halló como con el resto
De su gente ya habia caminado.
Las cartas despachando muy de presto,
Con los suyos se queda allí alojado,
Que adelante pasar no se podia,
Que la tierra de aguas se cubria.