Si só lo i ma gi nar un sen ten cia do
que ha bí a de mo rir al o tro dí a
le hi zo que el ca be llo se a tor na do
de ne gro blan co lue go en ca ne cí a
quien se vi do en la es ca la le van ta do
y al ver du go que e char le ya que rí a
di re mos que ha pro ba do el tra go fuer te
de la des co mu nal y cru da muer te
Oh muer te cuán a mar ga es tu me mo ria
Al hom bre que en sus va rios bie nes fí a
de re yes y no re yes has vic to ria
De no che nos com ba tes y de dí a
en es ta vi da tris te tran si to ria
que al tiem po más flo ri do se des ví a
Ha bí a mos de te ner te por es pe jo
Por re gla por me di da y por con se jo
A quel san to con se jo ce le bra do
que di ce del mo rir nos a cor de mos
en to das nues tras o bras bien no ta do
se gu ro que in a e ter num no pe que mos
en nues tro cris tia nis mo con sa gra do
cre í do y aun sa bi do bien te ne mos
que a ta ja la me mo ria del tor men to
y muer te y glo ria al ma lo pen sa mien to
Si sólo imaginar un sentenciado
que había de morir al otro día,
le hizo que el cabello sea tornado
de negro, blanco, luego encanecía,
quien se vido en la escala levantado,
y al verdugo que echarle ya quería,
diremos que ha probado el trago fuerte
de la descomunal y cruda muerte.
¡Oh muerte, cuán amarga es tu memoria!
Al hombre que en sus varios bienes fía,
de reyes y no reyes has victoria.
De noche nos combates y de día
en esta vida triste transitoria,
que al tiempo más florido se desvía.
Habíamos de tenerte por espejo,
Por regla, por medida y por consejo.
Aquel santo consejo celebrado
que dice del morir nos acordemos
en todas nuestras obras bien notado,
seguro que in aeternum no pequemos,
en nuestro cristianismo consagrado,
creído, y aun sabido bien tenemos,
que ataja la memoria del tormento
y muerte, y gloria al malo pensamiento.
Si solo imaginar un sentenciado
Que habia de morir al otro dia,
Le hizo que el cabello sea tornado
De negro, blanco, luego encanecia:
Quien se vido en la escala levantado,
Y al verdugo que echarle ya queria,
Diremos que ha probado el trago fuerte
De la descomunal y cruda muerte.
¡O muerte, cuan amarga es tu memoria!
Al hombre que en sus varios bienes fia,
De Reyes, y no Reyes has victoria.
De noche nos combates y de dia,
En esta vida triste transitoria,
Que al tiempo mas florido se desvia.
Habiamos de tenerte por espejo,
Por regla, por medida, y por consejo.
Aquel santo consejo celebrado,
Que dice, del morir nos acordemos
En todas nuestras obras bien notado,
Seguro que _in æternum_ no pequemos,
En nuestro cristianismo consagrado,
Creido, y aun sabido bien tenemos,
Que ataja la memoria del tormento
Y muerte, y gloria al malo pensamiento.