A llá en el ca dal so pues su bi do
el In ca en al to le van tó la ma no
al pun to el al bo ro to y el rui do
ce só por que ve áis si a quel pa ga no
de sus in dios se rí a bien te mi do
En es to de ter mi na ser cris tia no
bau tí za le un O bis po que es tá al la do
y al pun to la ca be za le han cor ta do
Fue tan to el a la ri do y vo ce rí a
que los in dios en ton ces le van ta ban
que el mun do pa re cí a se hun dí a
y las co sas ya to das se a ca ba ban
En tan to es te ne go cio su ce dí a
los tris tes za ra ti nos lo pa sa ban
a llá en nues tro Ar gen ti no de tal suer te
que el mal a llí me nor e ra la muer te
De su ham bre y de sas tres tra ta re mos
si quie ra por que al gu no ha ga me mo ria
de pie dad y a Dios le ro ga re mos
que ten ga a los fi na dos en su glo ria
Y en es to de es ta ham bre ha bla re mos
co mo a quien cu po par te de la his to ria
que tal me vi de a ve ces que ra bia ba
por co mer mas co mi da no ha lla ba
Allá en el cadalso pues subido,
el Inca en alto levantó la mano,
al punto el alboroto y el ruido
cesó, porque veáis si aquel pagano
de sus indios sería bien temido.
En esto determina ser cristiano,
bautízale un Obispo que está al lado,
y al punto la cabeza le han cortado.
Fue tanto el alarido y vocería
que los indios entonces levantaban,
que el mundo parecía se hundía
y las cosas ya todas se acababan.
En tanto este negocio sucedía,
los tristes zaratinos lo pasaban
allá en nuestro Argentino de tal suerte,
que el mal allí menor era la muerte.
De su hambre y desastres trataremos,
siquiera porque alguno haga memoria
de piedad, y a Dios le rogaremos
que tenga a los finados en su gloria.
Y en esto de esta hambre hablaremos
como a quien cupo parte de la historia,
que tal me vide a veces, que rabiaba
por comer, mas comida no hallaba.
Alla en el cadalso pues subido,
El en alto levantó la mano,
Al punto el alboroto y el ruido
Cesó: porque veais si aquel pagano
De sus indios sería bien temido.
En esto determina ser cristiano:
Bautizale un Obispo que está al lado,
Y al punto la cabeza le han cortado.
Fué tanto el alarido y vocería
Que los indios entonces levantaban,
Que el mundo parecía se hundia
Y las cosas ya todas se acababan.
En tanto este negocio sucedía.
Los tristes zaratinos lo pasaban
Allá en nuestro Argentino de tal suerte,
Que el mal allí menor era la muerte.
De su hambre y desastres trataremos,
Siquiera porque alguno haga memoria
De piedad, y a Dios le rogaremos,
Que tenga a los finados en su gloria;
Y en esto de esta hambre hablaremos,
Como a quien cupo parte de la historia;
Que tal me vide a veces, que rabiaba
Por comer, mas comida no hallaba.