El so co rro que di go pues ve ni do
a le gre nues tro e jér ci to ham brien to
y en go zo y en pla cer es con ver ti do
el pa sa do do lor y gran la men to
Mas nues tro Ya man dú ya a rre pen ti do
de es tar se con no so tros tan de a sien to
en u na te ne bro sa no che y prie ta
sin na die lo sen tir hu yen do a prie ta
No se tie ne es pe ran za que pa rez ca
ni que vuel va a no so tros de su gra do
si no es pa ra cau sar al gu na gres ca
con for me a las de más que él ha for ja do
Ro gue mos pues a Dios que no se o frez ca
en que él ha ga su o fi cio tan u sa do
por que él en ha cer mal es tá tan dies tro
que pue de en el in fier no ser ma es tro
Gran prie sa Juan Or tiz pa ra par tir se
en es te tiem po tie ne el rí o a rri ba
mas no po drá a quí Tre jo es ca bu llir se
pues ma te ria nos da que de él se es cri ba
Por cier to que el que no sa be me dir se
en su len gua no sien te en qué se es tri ba
Ha blar muy mu chas ve ces ha pa sa do
a mu chos mas ca llar nun ca ha da ña do
El socorro que digo, pues, venido
alegre nuestro ejército hambriento,
y en gozo y en placer es convertido
el pasado dolor y gran lamento.
Mas nuestro Yamandú ya arrepentido
de estarse con nosotros tan de asiento,
en una tenebrosa noche y prieta,
sin nadie lo sentir, huyendo aprieta.
No se tiene esperanza que parezca,
ni que vuelva a nosotros de su grado,
si no es para causar alguna gresca
conforme a las demás que él ha forjado.
Roguemos, pues, a Dios que no se ofrezca
en que él haga su oficio tan usado,
porque él en hacer mal está tan diestro
que puede en el infierno ser maestro.
Gran priesa Juan Ortiz para partirse
en este tiempo tiene el río arriba;
mas no podrá aquí Trejo escabullirse,
pues materia nos da que de él se escriba.
Por cierto que el que no sabe medirse
en su lengua, no siente en qué se estriba.
Hablar, muy muchas veces ha pasado
a muchos; mas callar nunca ha dañado.
El socorro que digo, pues, venido
Alegra nuestro ejército hambriento,
Y en gozo y en placer es convertido,
El pasado dolor y gran lamento:
Mas nuestro ya arrepentido,
De estarse con nosotros tan de asiento,
En una tenebrosa noche y prieta,
Sin nadie lo sentir, huyendo aprieta.
No se tiene esperanza que parezca,
Ni que vuelva a nosotros de su grado,
Sino es para causar alguna gresca
Conforme a las demas que él ha forjado.
Roguemos, pues, a Dios que no se ofresca
En que el haga su oficio tan usado,
Porque él en hacer mal esta tan diestro,
Que puede en el infierno ser maestro.
Gran priesa para partirse
En este tiempo tiene, el rio arriba;
Mas no podra aquí escabullirse,
Pues materia nos dá que de él se escriba.
Por cierto que él que no sabe medirse
En su lengua, no siente en que se estriba:
Hablar, muy muchas veces ha pesado
A muchos; mas callar nunca ha dañado.