Tam bién pren dió a u na da ma por que ha bí a
de la cár cel sa ca do a su ma ri do
con cru do co ra zón y ti ra ní a
en muy bra va pri sión la hu bo me ti do
La tris te con do lor a sí de cí a
su ros tro de llo rar muy con su mi do
A dón de es tás Fi li po Ay des di cha da
Do lié ras te de ver me mal tra ta da
Sa bras lo pues Rey mí o si plu guie re
al al to Rey de re yes y sa bi do
el cas ti go ha rás que me re cie re
quien con tan ta cru de za me ha o pri mi do
En tan to yo ha ré lo que qui sie re
Men die ta la res pon de em bra ve ci do
y vos pres tad los pies a a que llos gri llos
que ha béis por más que os pe se de su fri llos
Su ma ri do de a qués ta pre so es ta ba
con dos pa res de gri llos y ca de na
y aun que el Men die ta cul pas pu bli ca ba
la ma yor no pe sa ba co mo a ve na
Y co mo la mu jer se re ce la ba
el al ma de te mor y mie do lle na
al ma ri do a sus cues tas ha sa ca do
y en la i gle sia y sa gra do lo ha en ce rra do
También prendió a una dama, porque había
de la cárcel sacado a su marido,
con crudo corazón y tiranía
en muy brava prisión la hubo metido.
La triste con dolor así decía,
su rostro de llorar muy consumido:
"¿Adónde estás, Filipo? ¡Ay desdichada!
Doliéraste de verme maltratada."
"Sabraslo, pues, Rey mío, si pluguiere
al alto Rey de reyes, y sabido
el castigo harás que mereciere
quien con tanta crudeza me ha oprimido".
"En tanto yo haré lo que quisiere",
Mendieta la responde embravecido,
"y vos prestad los pies a aquellos grillos,
que habéis, por más que os pese, de sufrillos".
Su marido de aquésta preso estaba
con dos pares de grillos y cadena,
y aunque el Mendieta culpas publicaba,
la mayor no pesaba como avena.
Y como la mujer se recelaba,
el alma de temor y miedo llena,
al marido a sus cuestas ha sacado
y en la iglesia y sagrado lo ha encerrado.
Tambien prendió a una dama, porque habia
De la cárcel sacado a su marido,
Con crudo corazon y tirania,
En muy brava prision la hubo metido.
La triste con dolor así decia,
Su rostro de llorar muy consumido:
Adonde estás, Filipo ¡Ay desdichada!
Doliéraste de verme maltratada.
Sabráslo, pues, Rey mio, si plugiere
Al alto Rey de reyes, y sabido
El castigo harás que mereciere,
Quien con tanta crudeza me ha oprimido.--
En tanto yo haré lo que quisiere,
la responde embravecido,
Y vos prestad los pies a aquestos grillos,
Que habeis, por mas que os pese, de sufrillos.
Su marido de aquesta preso estaba,
Con dos pares de grillos y cadena,
Y aunque el culpas publicaba,
La mayor no pesaba como avena:
Y como la muger se recelaba,
El alma de temor y miedo llena,
Al marido a sus cuestas ha sacado,
Y en la iglesia y sagrado lo ha encerrado.