Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

Tam bién pren dió a u na da ma por que ha a

de la cár cel sa ca do a su ma ri do

con cru do co ra zón y ti ra a

en muy bra va pri sión la hu bo me ti do

La tris te con do lor a de a

su ros tro de llo rar muy con su mi do

A dón de es tás Fi li po Ay des di cha da

Do lié ras te de ver me mal tra ta da

Sa bras lo pues Rey o si plu guie re

al al to Rey de re yes y sa bi do

el cas ti go ha rás que me re cie re

quien con tan ta cru de za me ha o pri mi do

En tan to yo ha lo que qui sie re

Men die ta la res pon de em bra ve ci do

y vos pres tad los pies a a que llos gri llos

que ha béis por más que os pe se de su fri llos

Su ma ri do de a qués ta pre so es ta ba

con dos pa res de gri llos y ca de na

y aun que el Men die ta cul pas pu bli ca ba

la ma yor no pe sa ba co mo a ve na

Y co mo la mu jer se re ce la ba

el al ma de te mor y mie do lle na

al ma ri do a sus cues tas ha sa ca do

y en la i gle sia y sa gra do lo ha en ce rra do

También prendió a una dama, porque había

de la cárcel sacado a su marido,

con crudo corazón y tiranía

en muy brava prisión la hubo metido.

La triste con dolor así decía,

su rostro de llorar muy consumido:

"¿Adónde estás, Filipo? ¡Ay desdichada!

Doliéraste de verme maltratada."

"Sabraslo, pues, Rey mío, si pluguiere

al alto Rey de reyes, y sabido

el castigo harás que mereciere

quien con tanta crudeza me ha oprimido".

"En tanto yo haré lo que quisiere",

Mendieta la responde embravecido,

"y vos prestad los pies a aquellos grillos,

que habéis, por más que os pese, de sufrillos".

Su marido de aquésta preso estaba

con dos pares de grillos y cadena,

y aunque el Mendieta culpas publicaba,

la mayor no pesaba como avena.

Y como la mujer se recelaba,

el alma de temor y miedo llena,

al marido a sus cuestas ha sacado

y en la iglesia y sagrado lo ha encerrado.

Tambien prendió a una dama, porque habia

De la cárcel sacado a su marido,

Con crudo corazon y tirania,

En muy brava prision la hubo metido.

La triste con dolor así decia,

Su rostro de llorar muy consumido:

Adonde estás, Filipo ¡Ay desdichada!

Doliéraste de verme maltratada.

Sabráslo, pues, Rey mio, si plugiere

Al alto Rey de reyes, y sabido

El castigo harás que mereciere,

Quien con tanta crudeza me ha oprimido.--

En tanto yo haré lo que quisiere,

la responde embravecido,

Y vos prestad los pies a aquestos grillos,

Que habeis, por mas que os pese, de sufrillos.

Su marido de aquesta preso estaba,

Con dos pares de grillos y cadena,

Y aunque el culpas publicaba,

La mayor no pesaba como avena:

Y como la muger se recelaba,

El alma de temor y miedo llena,

Al marido a sus cuestas ha sacado,

Y en la iglesia y sagrado lo ha encerrado.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0