Canto vigésimo
Cuéntase en este canto cómo un indio llamado Obera se intitulaba hijo de Dios, y a un hijo suyo Papa, y a otro Emperador; y cómo Garay entró en los Nuaras, y de vuelta rompió la palizada de Yaguatatí.
El a be ja con vier te co mo ve mos
las flo res en la miel dul ce y sa bro sa
del a ra ña y la ví bo ra le e mos
que en pon zo ña las vuel ve pon zo ño sa
En nues tra san ta fe bien co no ce mos
que pa sa des ta suer te a ques ta co sa
pues el he re je y ma lo de las flo res
del Es cri tu ra tor na en sus e rro res
El abeja convierte, como vemos,
las flores en la miel dulce y sabrosa;
del araña y la víbora leemos
que en ponzoña las vuelve ponzoñosa.
En nuestra santa fe bien conocemos
que pasa desta suerte aquesta cosa;
pues el hereje y malo, de las flores
del Escritura torna en sus errores.
Dejemos esto ahora, y revolvamos
A , que se siente con pujanza:
Y porque por extenso lo digamos,
Hagamos aquí fin de aquesta estanza.
Y mas que en la siguiente recontamos
Del furioso arcabuz y de la lanza,
Conviene cosas nuevas y de espanto
Comenzar a contar en nuevo canto.
Cuéntase en este canto
como un indio llamado
se intitulaba hijo de Dios, y a un hijo suyo,
Papa, y a otro Emperador; y como
entró en los Nuaras, y de
vuelta rompio la palizada
de
.
El abeja convierte, como vemos,
Las flores en la miel dulce y sabrosa,
Del araña y la vibora leemos,
Que en ponzoña las vuelve ponzoñosa.
En nuestra santa fé bien conocemos
Que pasa desta suerte aquesta cosa;
Pues el hereje y malo, de las flores
Del Escritura torna en sus errores.