Dos so mos sal gan dos tres cua tro lue go
de a que llos que pre su men ser va lien tes
que por te mor o mie do ni por rue go
no ha be mos de a fren tar a los pa rien tes
Al pun to que es to o ye ron co mo un fue go
sal ta ron dos man ce bos di li gen tes
In ci so y Es pe lu ca sus es pa das
en las bra vo sas ma nos em pu ña das
Pi tum y Co ra cí co mo los vie ron
sa lir con tal es fuer zo y ga llar dí a
con ra bia y con fu ror a rre me tie ron
y las pi cas ca la ron a por fí a
Los ga llar dos man ce bos a cu die ron
con tal ar did y ma ña y o sa dí a
que tra ban en un pun to tal ba ta lla
que Mar te no can sa ra de mi ra lla
Al In ci so Pi tum le cu po en suer te
que en el ai re pa re ce sal ta y vue la
con su pi ca tos ta da gran de y fuer te
por cien par tes le rom pe la ro de la
Y aun que pa re ce dar le ya la muer te
de tal suer te el cris tia no se des ve la
que pier de Pi tum to da su es pe ran za
que el cris tia no le cor ta me dia lan za
"Dos somos, salgan dos, tres, cuatro, luego
de aquellos que presumen ser valientes,
que por temor o miedo, ni por ruego,
no habemos de afrentar a los parientes".
Al punto que esto oyeron, como un fuego
saltaron dos mancebos diligentes,
Inciso y Espeluca, sus espadas
en las bravosas manos empuñadas.
Pitum y Corací, como los vieron
salir con tal esfuerzo y gallardía,
con rabia y con furor arremetieron,
y las picas calaron a porfía.
Los gallardos mancebos acudieron
con tal ardid y maña y osadía,
que traban en un punto tal batalla
que Marte no cansara de miralla.
Al Inciso Pitum le cupo en suerte,
que en el aire parece salta y vuela,
con su pica tostada, grande y fuerte
por cien partes le rompe la rodela.
Y aunque parece darle ya la muerte,
de tal suerte el cristiano se desvela,
que pierde Pitum toda su esperanza,
que el cristiano le corta media lanza.
Dos somos, salgan dos, tres, cuatro, luego
De aquellos que presumen ser valientes,
Que por temor ó miedo, ni por ruego
No habernos de afrentar a los parientes.
Al punto que esto oyeron, como un fuego
Saltaron dos mancebos diligentes,
y , sus espadas
En las bravosas manos empuñadas.
y , como los vieron
Salir con tal esfuerzo y gallardía,
Con rabia y con furor arremetieron,
Y las picas calaron a porfia.
Los gallardos mancebos acudieron
Con tal ardid y maña y osadía,
Que traban en un punto tal batalla
Que Marte no cansára de miralla.
Al le cupo en suerte,
Que en el aire parece salta y vuela,
Con su pica tostada, grande y fuerte,
Por cien partes le rompe la rodela:
Y aunque parece darle ya la muerte,
De tal suerte el cristiano se desvela,
Que pierde toda su esperanza,
Que el cristiano le corta media lanza.