Lle ga dos a su es tan cia re la ta ron
la ba ta lla y re en cuen tro que tu vie ron
a su Ca ci que bien re pre sen ta ron
el pe li gro no ta ble en que se vie ron
Los gol pes y he ri das de mos tra ron
la mu cha ro ja san gre que ver tie ron
Pi tum per dí mi ma no la de re cha
di ce y es to tra na da me a pro ve cha
El Co ra cí con an sia do lo ro sa
e chad di ce se ño res en re mo jo
las bar bas pues que veis cuál va la co sa
que me cues ta el re en cuen tro el dies tro o jo
No he vis to gen te yo tan be li co sa
les di ce no pen séis que es to es an to jo
que son hi jos del Sol es tos va ro nes
y más bra vos que ti gres y le o nes
El gran Ta puy Gua zú con pe cho fie ro
sol tan do la voz tris te y las ti me ra
mi fin di ce se lle ga ya pos tre ro
la ho ra se me a cer ca pos tri me ra
Mas con vie ne la vues tra a quí pri me ro
se cum pla y en cen di da u na ho gue ra
a Co ra cí y Pi tum por que tor na ron
con tal nue va a llí vi vos los que ma ron
Llegados a su estancia relataron
la batalla y reencuentro que tuvieron;
a su Cacique bien representaron
el peligro notable en que se vieron.
Los golpes y heridas demostraron
la mucha roja sangre que vertieron.
Pitum, "perdí mi mano la derecha",
dice, "y estotra nada me aprovecha".
El Corací, con ansia dolorosa,
"echad", dice, "señores, en remojo
las barbas, pues que veis cuál va la cosa,
que me cuesta el reencuentro el diestro ojo.
No he visto gente yo tan belicosa",
les dice, "no penséis que esto es antojo,
que son hijos del Sol estos varones,
y más bravos que tigres y leones".
El gran Tapuy Guazú, con pecho fiero,
soltando la voz triste y lastimera,
"mi fin", dice, "se llega ya postrero,
la hora se me acerca postrimera.
Mas conviene la vuestra aquí primero
se cumpla", y encendida una hoguera
a Corací y Pitum, porque tornaron
con tal nueva, allí vivos los quemaron.
Llegados a su estancia relataron
La batalla, y rencuentro que tuvieron;
A su cacique bien representaron
El peligro notable en que se vieron.
Los golpes y heridas demostraron,
La mucha roja sangre que vertieron,
, perdí mi mano la derecha,
Dice, y estotra nada me aprovecha.
El , con ansia dolorosa,
Echad, dice, Señores, en remojo
Las barbas, pues que veis cual vá la cosa,
Que me cuesta el rencuentro el diestro ojo:
No he visto gente yo tan bellicosa,
Les dice: no penseis que esto es antojo,
Que son hijos del Sol estos varones,
Y mas bravos que tigres y leones.
El gran con pecho fiero
Soltando la voz triste y lastimera,
Mi fin, dice, se llega ya postrero,
La hora se me acerca postrimera:
Mas conviene la vuestra aquí primero
Se cumpla, y encendida una hoguera
A y , porque tornaron
Con tal nueva, allí vivos los quemaron.