A mi gos a o tros fue ron muy pro pi cios
en es te a prie to dán do les a yu da
Ca í an se los fuer tes e di fi cios
que muy po co el ci mien to les a yu da
Con la puer ta que que da so bre qui cios
a quel que más no pue de bien se es cu da
en tan to que el um bral no se hun dí a
y vie ne to do a llí de Ro ma ní a
El tris te que pro cu ra de la tien da
li brar lo que ha ga na do con tra ba jo
pe re ce con su mí se ra ha cien da
que dan do por sa car la de de ba jo
Muy lar ga se le ha ce a quí la sen da
al que es gor do y pe sa do y tie ne ba jo
que el más suel to y li ge ro más co rrí a
y de su li ge re za se va lí a
Tres cien tas y más ca sas se ca ye ron
y tem plos muy lu ci dos y la bra dos
y más de trein ta hom bres pe re cie ron
sin in dios so la tie rra se pul ta dos
De es pan to y mie do al gu nos se mu rie ron
ca yen do de su es ta do des ma ya dos
que vien do se hun dí a tie rra y sue lo
pen sa ban se ve ní a a ba jo el cie lo
Amigos a otros fueron muy propicios
en este aprieto dándoles ayuda.
Caíanse los fuertes edificios,
que muy poco el cimiento les ayuda.
Con la puerta, que queda sobre quicios,
aquel que más no puede bien se escuda,
en tanto que el umbral no se hundía,
y viene todo allí de Romanía.
El triste que procura de la tienda
librar lo que ha ganado con trabajo
perece con su mísera hacienda,
quedando por sacarla de debajo.
Muy larga se le hace aquí la senda
al que es gordo y pesado y tiene bajo,
que el más suelto y ligero más corría,
y de su ligereza se valía.
Trescientas y más casas se cayeron,
y templos muy lucidos y labrados,
y más de treinta hombres perecieron,
sin indios so la tierra sepultados.
De espanto y miedo algunos se murieron,
cayendo de su estado desmayados,
que viendo se hundía tierra y suelo,
pensaban se venía abajo el cielo.
Amigos a otros fueron muy propicios
En este aprieto, dandoles ayuda:
Caíanse los fuertes edificios,
Que muy poco el cimiento les ayuda.
Con la puerta, que queda sobre quicios,
Aquel que mas no puede bien se escuda,
En tanto que el umbral no se hundía,
Y viene todo allí de Romanía.
El triste, que procura de la tienda
Librar lo que ha ganado con trabajo,
Perece con su mísera hacienda,
Quedando por sacarla de debajo.
Muy larga se le hace aquí la senda
Al que es gordo y pesado, y tiene bajo;
Que el mas suelto y ligero mas corria,
Y de su ligereza se valía.
Trecientas y mas casas se cayeron,
Y templos muy lucidos y labrados,
Y mas de treinta hombres perecieron,
Sin indios só la tierra sepultados.
De espanto y miedo algunos se murieron,
Cayendo de su estado desmayados;
Que viendo se hundia tierra y suelo
Pensaban se venia abajo el cielo.