Do ña Be a triz la Co ya en es to ha i do
a Li ma do se ha lla gran se ño ra
por ha ber el bau tis mo re ci bi do
bien mues tra ser del In ca su ce so ra
Al muy sa bio Lo yo la por ma ri do
le cu po de quien es me re ce do ra
Do ña Lui sa es ta ba cer ca de e lla
de U llo a com pa ñe ra cla ra es tre lla
De je mos de con tar las u na a u na
por que e ra me nes ter un lar go can to
y más que en to das e llas no hay al gu na
que no ten ga mil gra cias y es to tan to
que pa ra a me dia no che a llí la lu na
y el sol a me dio dí a tan to cuan to
por co brar nue va luz y res plan do res
de las da mas de Li ma y sus pri mo res
Pues oi gan los ga la nes a mo ro sos
y tem plen su con ten to En Chu quia go
su ce dió en es tos tiem pos tan go zo sos
un ex tra ño pro di gio y gran es tra go
Por ci ma de u nos ce rros ba rran co sos
a rran can do del to do un gran de la go
un te rre mo to sú bi to lo a vien ta
y en o tro lu gar nue vo lo a po sen ta
Doña Beatriz la Coya en esto ha ido
a Lima, do se halla gran señora
por haber el bautismo recibido,
bien muestra ser del Inca sucesora.
Al muy sabio Loyola por marido
le cupo, de quien es merecedora.
Doña Luisa estaba cerca de ella,
de Ulloa compañera, clara estrella.
Dejemos de contarlas una a una,
porque era menester un largo canto,
y más que en todas ellas no hay alguna
que no tenga mil gracias; y esto tanto,
que para a media noche allí la luna,
y el sol a medio día, tanto cuanto
por cobrar nueva luz y resplandores
de las damas de Lima y sus primores.
Pues oigan los galanes amorosos,
y templen su contento. En Chuquiago
sucedió en estos tiempos tan gozosos
un extraño prodigio y gran estrago.
Por cima de unos cerros barrancosos,
arrancando del todo un grande lago,
un terremoto súbito lo avienta
y en otro lugar nuevo lo aposenta.
Doña en esto ha ido
A Lima, dó se halla gran Señora,
Por haber el bautismo recibido:
Bien muestra ser del sucesora.
Al muy sábio por marido
Le cupo, de quien es merecedora.
Doña estaba cerca de ella,
De compañera, clara estrella.
Dejemos de contarlas una a una,
Porque era menester un largo canto,
Y mas que en todas ellas no hay alguna,
Que no tenga mil gracias; y esto tanto,
Que pára a media noche allí la luna,
Y el sol a medio dia, tanto cuanto
Por cobrar nueva luz y resplandores
De las damas de Lima y sus primores.
Pues oigan los galanes amorosos,
Y templen su contento. En
Sucedió en estos tiempos tan gozosos,
Un estraño prodigio y gran estrago.
Por cima de unos cerros barrancosos,
Arrancando del todo un grande lago,
Un terremoto súbito lo avienta,
Y en otro lugar nuevo lo aposenta.