Mu rie ron cua tro cien tos na tu ra les
en so lo a ques te pue blo en des po bla do
mu rie ron o tros mu chos y a ni ma les
sil ves tres y do més ti co ga na do
Con es tos te rre mo tos y se ña les
al pue blo y Pe rú vi des con so la do
y mu chos di cen ya quie re a ca bar se
el mun do y el jui cio a pre su rar se
Y no se que dó Li ma sin su suer te
de pe na en es te tiem po se me jan te
que un te rre mo to gran de cru do y fuer te
su ce de u na ma ña na en un ins tan te
No hay hom bre que a sa lir de ca sa a cier te
y a quel que co rre más sa le de lan te
no es pe ra la mu jer a su ma ri do
la ma dre de ja al hi jo muy que ri do
De ca sa ha bí a sa li do muy tem pra no
por que en di cien do mi sa me o cu pa ba
en con ci lio por ser Ar ce dia no
Mi mu la de re pen te a pre su ra ba
co rrien do y en pa rar la me e ra en va no
que el mie do del tem blor la des qui ta ba
Co rrió con las o re jas a gu za das
y a í nas me que bra ra las qui ja das
Murieron cuatrocientos naturales
en solo aqueste pueblo; en despoblado
murieron otros muchos, y animales
silvestres y doméstico ganado.
Con estos terremotos y señales
al pueblo y Perú vi desconsolado,
y muchos dicen ya quiere acabarse
el mundo, y el juicio apresurarse.
Y no se quedó Lima sin su suerte
de pena en este tiempo semejante,
que un terremoto grande, crudo y fuerte
sucede una mañana en un instante.
No hay hombre que a salir de casa acierte,
y aquel que corre más sale delante;
no espera la mujer a su marido,
la madre deja al hijo muy querido.
De casa había salido muy temprano,
porque en diciendo misa me ocupaba
en concilio, por ser Arcediano.
Mi mula de repente apresuraba
corriendo, y en pararla me era en vano,
que el miedo del temblor la desquitaba.
Corrió con las orejas aguzadas,
y aínas me quebrara las quijadas.
Murieron cuatrocientos naturales
En solo aqueste pueblo, en despoblado
Murieron otros muchos, y animales
Silvestres, y domestico ganado.
Con estos terremotos y señales,
Al pueblo y Perú ví desconsolado,
Y muchos dicen, ya quiere acabarse
El mundo, y el juicio apresurarse.
Y no se quedo Lima sin su suerte
De pena en este tiempo semejante,
Que un terremoto grande, crudo y fuerte
Sucede una mañana en un instante:
No hay hombre que a salir de casa acierte,
Y aquel que corre mas sale delante;
No espera la muger a su marido,
La madre deja al hijo muy querido.
De casa habia salido muy temprano,
Porque en diciendo misa me ocupaba
En concilio, por ser Arcediano.
Mi mula de repente apresuraba,
Corriendo, y en pararla me era en vano,
Que el miedo del temblor la desquitaba:
Corrio con las orejas aguzadas,
Y ainas me quebrára las quijadas.