Un rui do el tem blor cau só ta ma ño
que los ca be llos to dos se e ri za ban
Ne go cio de con tar se por ex tra ño
que las pa re des vi se me ne a ban
y sin que re ci bie se al gún da ño
tem blan do de tal suer te al fin que da ban
en su ser aun que al gu nas se ca ye ron
y a sus due ños de ba jo los co gie ron
Un ca so con ta ré yo ver da de ro
que ca si me re í que a ques te dí a
co rrien do por la ca lle vi un bar be ro
que al pun to del tem blor san gra do ha bí a
a un hom bre que tras él sa lió li ge ro
aun que la san gre ro ja le sa lí a
El bar be ro per dió a quí su lan ce ta
y al en fer mo el tem blor la ve na a prie ta
De ver e ra mi rar có mo sa lí an
con mil dis fra ces hom bres y las da mas
que a quel pun to los in dios se ves tí an
los o tros a ún se es ta ban en sus ca mas
al gu nas sus a fei tes se po ní an
sir vien do es ta ban mo zas a sus a mas
y de jar las hu yén do se a la ca lle
a do sa len tras e llas de mal ta lle
Un ruido el temblor causó tamaño,
que los cabellos todos se erizaban.
Negocio de contarse por extraño,
que las paredes vi se meneaban,
y sin que recibiese algún daño,
temblando de tal suerte, al fin quedaban
en su ser, aunque algunas se cayeron,
y a sus dueños debajo los cogieron.
Un caso contaré yo verdadero,
que casi me reí, que aqueste día
corriendo por la calle vi un barbero
que al punto del temblor sangrado había
a un hombre, que tras él salió ligero,
aunque la sangre roja le salía.
El barbero perdió aquí su lanceta,
y al enfermo el temblor la vena aprieta.
De ver era mirar cómo salían
con mil disfraces hombres y las damas,
que aquel punto los indios se vestían,
los otros aún se estaban en sus camas,
algunas sus afeites se ponían,
sirviendo estaban mozas a sus amas,
y dejarlas huyéndose a la calle
a do salen tras ellas de mal talle.
Un ruido el temblor causó tamaño,
Que los cabellos todos erizaban:
Negocio de contarse por estraño,
Que las paredes ví se meneaban;
Y sin que recibiesen algun daño,
Temblando de tal suerte, al fin quedaban
En su ser, aunque algunas se cayeron,
Y a sus dueños debajo los cogeron.
Un caso contare yo verdadero,
Que casi me reí, que aqueste dia
Corriendo por la calle vi un barbero,
Que al punto del temblor sangrado habia
A un hombre, que tras él salio ligero,
Aunque la sangre roja le salia:
El barbero perdió aquí su lanceta,
Y al enfermo el temblor la vena aprieta.
De ver era mirar como salian,
Con mil disfraces hombres y las damas,
Que aquel punto los indios se vestian,
Los otros aun se estaban en sus camas.
Algunas sus afeites se ponian,
Sirviendo estaban mozas a sus amas,
Y dejarlas huyendose a la calle
A dó salen tras ellas de mal talle.