Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

Co mien zan de ha cer cru da ma tan za

en los que en sue ño es ta ban su mer gi dos

Mal di ta se a la lo ca con fian za

Quién sol da dos en gue rra vio dor mi dos

Des que el in dio sin tió su gran pu jan za

le van ta gran des vo ces y a la ri dos

y a dies tro y a si nies tro va hi rien do

al cris tia no que al o va hu yen do

Con bo las fle chas dar dos y ma ca nas

la gue rra a quí se hi zo la cri mo sa

El cris tia no que ve sus fuer zas va nas

y ser la re sis ten cia pe li gro sa

de jan do su mi se ria en las sa ba nas

los pies po ne el que pue de en pol vo ro sa

y al ber gan tín se a co ge de co rri da

por es ca par si pue de con la vi da

Mu rie ron con Ga ray jus to cua ren ta

de la gen te es co gi da pa ra güe ña

los in dios e ran so los cien to y trein ta

I ba con el Ga ray gen te ex tre me ña

y en tre e lla al gu nos i ban de gran cuen ta

A quí mu rió Val ver de be lla due ña

que en qui tar la la muer te al mun do qui ta

te so ro y el con ten to a Pie dra Hi ta

Comienzan de hacer cruda matanza

en los que en sueño estaban sumergidos.

¡Maldita sea la loca confianza!

¿Quién soldados en guerra vio dormidos?

Desque el indio sintió su gran pujanza,

levanta grandes voces y alaridos,

y a diestro y a siniestro va hiriendo

al cristiano, que al río va huyendo.

Con bolas, flechas, dardos y macanas

la guerra aquí se hizo lacrimosa.

El cristiano, que ve sus fuerzas vanas

y ser la resistencia peligrosa,

dejando su miseria en las sabanas,

los pies pone el que puede en polvorosa,

y al bergantín se acoge de corrida

por escapar si puede con la vida.

Murieron con Garay justo cuarenta

de la gente escogida paragüeña;

los indios eran solos ciento y treinta.

Iba con el Garay gente extremeña,

y entre ella algunos iban de gran cuenta.

Aquí murió Valverde, bella dueña,

que en quitarla la muerte, al mundo quita

tesoro, y el contento a Piedra Hita.

Comienzan de hacer cruda matanza,

En los que en sueño estaban sumergidos.

¡Maldita sea la loca confianza!

¿Quien soldados en guerra vió dormidos?

Desque el indio sintió su gran pujanza,

Levanta grandes voces y alaridos,

Y a diestro y a siniestro va hiriendo

A cristiano que al rio va huyendo.

Con bolas, flechas, dardos y macanas,

La guerra aquí se hizo lacrimosa:

El Cristiano que vé sus fuerzas vanas,

Y ser la resistencia peligrosa.

Dejando su miseria en las sabanas,

Los pies pone el que puede en polvorosa,

Y al bergantin se acoge de corrida,

Por escapar si puede con la vida.

Murieron con justo cuarenta

De la gente escogida paragueña;

Los indios eran solos ciento y treinta:

Iba con el gente estremeña,

Y entre ella algunos iban de gran cuenta.

Aqui murio , bella dueña,

Que en quitarla la muerte, al mundo quita

Tesoro, y el contento a Piedra Hita.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0