Co mien zan de ha cer cru da ma tan za
en los que en sue ño es ta ban su mer gi dos
Mal di ta se a la lo ca con fian za
Quién sol da dos en gue rra vio dor mi dos
Des que el in dio sin tió su gran pu jan za
le van ta gran des vo ces y a la ri dos
y a dies tro y a si nies tro va hi rien do
al cris tia no que al rí o va hu yen do
Con bo las fle chas dar dos y ma ca nas
la gue rra a quí se hi zo la cri mo sa
El cris tia no que ve sus fuer zas va nas
y ser la re sis ten cia pe li gro sa
de jan do su mi se ria en las sa ba nas
los pies po ne el que pue de en pol vo ro sa
y al ber gan tín se a co ge de co rri da
por es ca par si pue de con la vi da
Mu rie ron con Ga ray jus to cua ren ta
de la gen te es co gi da pa ra güe ña
los in dios e ran so los cien to y trein ta
I ba con el Ga ray gen te ex tre me ña
y en tre e lla al gu nos i ban de gran cuen ta
A quí mu rió Val ver de be lla due ña
que en qui tar la la muer te al mun do qui ta
te so ro y el con ten to a Pie dra Hi ta
Comienzan de hacer cruda matanza
en los que en sueño estaban sumergidos.
¡Maldita sea la loca confianza!
¿Quién soldados en guerra vio dormidos?
Desque el indio sintió su gran pujanza,
levanta grandes voces y alaridos,
y a diestro y a siniestro va hiriendo
al cristiano, que al río va huyendo.
Con bolas, flechas, dardos y macanas
la guerra aquí se hizo lacrimosa.
El cristiano, que ve sus fuerzas vanas
y ser la resistencia peligrosa,
dejando su miseria en las sabanas,
los pies pone el que puede en polvorosa,
y al bergantín se acoge de corrida
por escapar si puede con la vida.
Murieron con Garay justo cuarenta
de la gente escogida paragüeña;
los indios eran solos ciento y treinta.
Iba con el Garay gente extremeña,
y entre ella algunos iban de gran cuenta.
Aquí murió Valverde, bella dueña,
que en quitarla la muerte, al mundo quita
tesoro, y el contento a Piedra Hita.
Comienzan de hacer cruda matanza,
En los que en sueño estaban sumergidos.
¡Maldita sea la loca confianza!
¿Quien soldados en guerra vió dormidos?
Desque el indio sintió su gran pujanza,
Levanta grandes voces y alaridos,
Y a diestro y a siniestro va hiriendo
A cristiano que al rio va huyendo.
Con bolas, flechas, dardos y macanas,
La guerra aquí se hizo lacrimosa:
El Cristiano que vé sus fuerzas vanas,
Y ser la resistencia peligrosa.
Dejando su miseria en las sabanas,
Los pies pone el que puede en polvorosa,
Y al bergantin se acoge de corrida,
Por escapar si puede con la vida.
Murieron con justo cuarenta
De la gente escogida paragueña;
Los indios eran solos ciento y treinta:
Iba con el gente estremeña,
Y entre ella algunos iban de gran cuenta.
Aqui murio , bella dueña,
Que en quitarla la muerte, al mundo quita
Tesoro, y el contento a Piedra Hita.