El hom bre me ha bló des ta ma ne ra
Don ce lla pues que a Dios con pe cho lla no
a do ras de ter mi na es tar en te ra
en tu vir gi ni dad que el So be ra no
de ti se a cor da rá en la ho ra pos tre ra
Di cien do es to ten dió su dies tra ma no
y dio me a ques ta cruz de quien yo cre o
que es don de mi des can so y mi de se o
Es ta mi hi ja di ce por mo men tos
que Dios se ha de e no jar si a los cris tia nos
ha ce mos mal y da mos des con ten tos
y que an tes los que ra mos co mo a her ma nos
re ci bien do sus San tos Sa cra men tos
A pe nas ha ha bla do y los in sa nos
ven ci dos de sus ma las pre ten sio nes
al vie jo die ron mu chos bo fe to nes
El gran ca ci que di ce en su tia na
que al vie jo de jen ya por que de li ra
y su hi ja es don ce lla muy li via na
y que a in ven cio nes ta les siem pre as pi ra
Ce so le de he rir el Chi ri gua na
que es ta ba ya en cen di do en pu ra i ra
que no du do yo cier to si no fue ra
por el ca ci que en bre ve a llí mu rie ra
"El hombre me habló desta manera:
'Doncella, pues que a Dios con pecho llano
adoras, determina estar entera
en tu virginidad, que el Soberano
de ti se acordará en la hora postrera'.
Diciendo esto tendió su diestra mano,
y diome aquesta cruz, de quien yo creo
que es don de mi descanso y mi deseo".
"Esta mi hija dice por momentos
que Dios se ha de enojar si a los cristianos
hacemos mal y damos descontentos,
y que antes los queramos como a hermanos,
recibiendo sus Santos Sacramentos".
Apenas ha hablado, y los insanos,
vencidos de sus malas pretensiones,
al viejo dieron muchos bofetones.
El gran cacique dice en su tiana
que al viejo dejen ya, porque delira,
y su hija es doncella muy liviana
y que a invenciones tales siempre aspira.
Cesole de herir el Chiriguana,
que estaba ya encendido en pura ira,
que no dudo yo cierto, si no fuera
por el cacique, en breve allí muriera.
El hombre me habló désta manera:
Doncella, pues que a Dios con pecho llano
Adóras, determina estar entera
En tu virginidad, que el Soberano
De ti se acordará en la hora postrera.
Diciendo esto tendió su diestra mano,
Y dióme aquesto cruz, de quien yo creo,
Que es don de mi descanso y mi deseo.
Esta mi hija, dice por momentos,
Que Dios se ha de enojar, si a los Cristianos
Hacemos mal, y damos descontentos,
Y que antes los queramos como a hermanos,
Recibiendo sus Santos Sacramentos.
Apenas ha hablado, y los insanos
Vencidos de sus malas pretensiones,
Al viejo dieron muchos bofetones.
El gran cacique, dice en su tiana
Que al viejo dejen yá, porque delira,
Y su hija es doncella muy liviana,
Y que a invenciones toles siempre aspira.
Cesóle de herir el ,
Que estaba ya encendido en pura ira,
Que no dudo yo cierto, sino fuera
Por el cacique, en breve allí muriera.