Argentina y Conquista del Río de la Plata

con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil

De sus pa ños y to cas las ban de ras

al ai re des ple ga ban a me nu do

las mis mas que sa an las pri me ras

tor na ban a sa lir y nun ca pu do

el in glés en ten der es tas qui me ras

que guar da Dios si quie re sin es cu do

y don de él no en a sus fa vo res

en bal de son hu ma nos guar da do res

A no ca er el in glés en el en ga ño

que cau san con ban de ras y al bo ro to

hi cie ra en a quel puer to mu cho da ño

y fue ra el mi se ra ble puer to ro to

Mi la gro fue sin du da y ca so ex tra ño

es tar se el e ne mi go al go re mo to

de tie rra por tres as con tem plan do

lo que es nues tra gen te ma qui nan do

Al ca bo de tres as re ce lo so

de que la gen te es for ta le ci da

le fe rro con fu ria de se o so

de ha llar dó pi llar en su co rri da

Por el pa ra je pa sa pre su ro so

de Li ma do la co sa co no ci da

el Con de del Vi llar a Pe dro A ra na

tras él en a con gen te muy lo za na

De sus paños y tocas las banderas

al aire desplegaban a menudo;

las mismas que salían las primeras,

tornaban a salir, y nunca pudo

el inglés entender estas quimeras;

que guarda Dios, si quiere, sin escudo,

y donde él no envía sus favores,

en balde son humanos guardadores.

A no caer el inglés en el engaño

que causan con banderas y alboroto,

hiciera en aquel puerto mucho daño,

y fuera el miserable puerto roto.

Milagro fue, sin duda, y caso extraño,

estarse el enemigo algo remoto

de tierra por tres días, contemplando

lo que está nuestra gente maquinando.

Al cabo de tres días, receloso

de que la gente está fortalecida,

levó ferro con furia, deseoso

de hallar dó pillar en su corrida.

Por el paraje pasa, presuroso,

de Lima, do la cosa conocida,

el Conde del Villar a Pedro Arana

tras él envía con gente muy lozana.

De sus paños y tocas las banderas

Al aire desplegaban a menudo:

Las mismas que salian las primeras

Tornaban a salir, y nunca pudo

entender estas quimeras;

Que guarda Dios, si quiere, sin escudo,

Y donde él no envía sus favores,

Enbalde son humanos guardadores.

A no caer en el engaño,

Que causan con banderas y alboroto,

Hiciera en aquel puerto mucho daño,

Y fuera el miserable puerto roto.

Milagro fué, sin duda, y caso estraño

Estarse el enemigo algo remoto

De tierra por tres dias, contemplando

Lo que está nuestra gente maquinando.

Al cabo de tres dias, receloso

De que la gente está fortalecida,

Levó ferro con furia deseoso

De hallar dó pillar en su corrida.

Por el parage pasa, presuroso,

De Lima, dó la cosa conocida,

El a

Trás el envia con gente muy lozana.

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2024 Argentina y Conquista del Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0