Can dish muy a su gus to a dar ca re na
se me te en la ba hí a que le pla ce
sin te mer de que co sa le dé pe na
re fres co to ma y a gua y le ña ha ce
Su gen te de do lor qui ta y a je na
con la o ca sión pre sen te se re ha ce
y en la pri me ra al vien to ve la dan do
la cos ta de la Chi na va bo jan do
De vuel ta de la Chi na muy car ga da
en cuen tra u na na ve de te so ro
a su dic ción y man do fue en tre ga da
con sus pi ros y lá gri mas y llo ro
En bre ve ha si do to da des po ja da
de se das bro ca te les y fi no o ro
Un clé ri go a llí vie ne en ri que ci do
que en ver se a sí ro ba do es tá a fli gi do
De su pla ta y te so ro co di cio so
con á ni mo tam bién de ha cer he cho
de me mo ra ble fa ma y hon ro so
al pe li gro cons tan te pu so el pe cho
A sus a mi gos di ce Po de ro so
con vo so tros me sien to y sa tis fe cho
si que réis a yu dar me mis her ma nos
con tra a ques tos so ber bios lu te ra nos
Candish muy a su gusto a dar carena
se mete en la bahía, que le place,
sin temer de que cosa le dé pena,
refresco toma, y agua y leña hace.
Su gente de dolor quita y ajena
con la ocasión presente se rehace,
y en la primera al viento vela dando,
la costa de la China va bojando.
De vuelta de la China, muy cargada
encuentra una nave de tesoro;
a su dicción y mando fue entregada
con suspiros y lágrimas y lloro.
En breve ha sido toda despojada
de sedas, brocateles y fino oro.
Un clérigo allí viene enriquecido,
que en verse así robado está afligido.
De su plata y tesoro codicioso,
con ánimo también de hacer hecho
de memorable fama y honroso,
al peligro constante puso el pecho.
A sus amigos dice: "Poderoso
con vosotros me siento y satisfecho,
si queréis ayudarme, mis hermanos,
contra aquestos soberbios luteranos."
, muy a su gusto a dar carena
Se mete en la bahia, que le place,
Sin temer de que cosa le dé pena,
Refresco toma, y agua y leña hace.
Su gente de dolor quita y agena,
Con la ocasion presente se rehace,
Y en la primera al viento vela dando,
La costa de la China va bojando.
De vuelta de la China, muy cargada
Encuentran una nave de tesoro:
A su diccion y mando fué entregada
Con suspiros, y lágrimas y lloro.
En breve ha sido toda despojada
De sedas, brocateles y fino oro.
Un clérigo allí viene enriquecido,
Que en verse así robado, está afligido.
De su plata y tesoro codicioso,
Con ánimo tambien de hacer hecho
De memorable fama y honroso,
Al peligro constante puso el pecho:
A sus amigos dice: poderoso
Con vosotros me siento y satisfecho,
Si quereis ayudarme, mis hermanos,
Contra aquestos soberbios luteranos.