En primer lugar, pelean con los susodichos tardes (dardos), y es así que si triunfan de sus enemigos, y éstos tratan de huir, entonces se dejan de los tardes (dardos) y corren en pos de ellos, y en seguida arrojan aquéllos las macanas á los pies de éstos, que tienen que caer al suelo; y una vez que los han volteado, poco cuidado se les da, si los tales aun están medio vivos ó muertos del todo, sino que al instante les siegan la cabeza con el dicho diente de pescado; y á la tal degollatina la hacen con tal rapidez, que en un instante puede uno acabar ó pasar de una vida á la otra; después meten el diente bajo del cinto ó lo que sea con que se ciñen.
Pero ahora véase lo que después hace él con la cabeza del hombre y para qué le sirve. Pues es el caso, si la ocasión se ofrece, después de una escaramuza como ésta, toma él la cabeza humana y la desuella, cabello y todo, de las orejas arriba, en seguida toma este pellejo, tal como se ha dicho, lo rellena y deja que se endurezca, en seguida toma el pellejo ya duro y lo arregla sobre una pértiga y lo planta en su casa ó habitación para recuerdo, tal y como un caballero, ó capitán, en este país (Alemania) que tiene un lo cuelga en las iglesias.
Pero con esto vuelvo yo al asunto principal, y de estas cosas trataré muy en breve; este ejército de Jeperuss y Batateiss se nos juntó en número de unos 1.000 hombres de pelea; y con esto nos alegramos mucho.