gran peligro esperando bonanza; pero cuanto más nos demorábamos más brava se ponía la mar, hasta que ya no nos fue posible esperar más mar afuera, sino que tuvimos que regresar para atrás por el camino que habíamos traído.
Ahora es costumbre en práctica de la mar, que los marineros y patrones hagan un capitán general entre ellos, que en español se llama almerando (almirante); este manda a todos los navíos, y lo que él quiere eso se ha de hacer, eso se ha de cumplir, en alta mar; y ellos, los marineros y patrones, tienen que jurarle que ninguno de ellos se ha de querer separar de los demás; porque la Cesárea Majestad había ordenado y mandado que menos de 20 navíos no deberían emprender viaje de España á los Países Bajos, por causa del Rey de Francia, mientras duraba la guerra entre ellos. Fuera de esta hay otra costumbre más en alta mar, que un navío no ha de navegar á más de una milla (legua) de distancia del otro, y cuando se pone ó entra el sol, también los navíos tienen de juntarse y los patrones han de saludar al miranndo (almirante) con 3 ó 4 tiros, y todos los días 2 veces; también por la otra parte el miranndi (almirante) ha de colgar del navío suyo 2 linternas hechas de hierro, que se llaman farall (faroles), [y] las ha de dejar prendidas toda la noche, así los demás han de seguir al navío, en que está la luz, y no se han de separar por nada.

