Viaje al Río de la Plata

Iten más el mirando (almirante) les avisa cada noche a los navegantes el rumbo que piensa tomar, porque si llega el caso de sobrevenir un temporal en alta mar puedan ellos saber el rumbo o viento que ha seguido [el] mirannd (almirante), y así no se aparten los unos de los otros.

Y eso que tuvimos que regresar y volvernos atrás, como se dijo, allí estaba el navío del susodicho Ha[i]nrich Schezen, en que tenía yo todo mi botín, el mismo me había dejado en Calless (Cádiz), el postrero de los demás navíos, y cuando ya nos aproximamos como a una milla (legua) de camino de la ciudad de Calless (Cádiz) allí se nos hizo obscuro y anocheció; así que el almirandos (almirante) tuvo que mostrar un farol, mediante el cual se le arrimasen los navíos. Y cuando ya hubimos llegado a la ciudad Calless (Cádiz), cada patrón largó su ancla al agua y el mirando (almirante) también retiró su farol. Mientras esto se hizo una lumbre en tierra sin dañada intención, mas le fue funesta para la suerte de Hainrich Schezen y su navío; ahora la lumbre procedía de cerca de un molino, como a un tiro de arcabuz de la ciudad de Calless (Cádiz), y así el antedicho Hainrich Schez se encaminó derecho a ella, porque se le puso que era el farol del miranndo (almirante), y cuando él con su navío estaban ya muy cerca de la luz, dio con toda fuerza sobre un peñasco, que estaba allí dentro del agua, y su navío se hizo cien

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2025 Viaje al Río de la Plata. ISSN 1668-0001. CC BY 4.0