La Argentina Manuscrita

Hizo un fuerte de tapias de poco más de un solar en cuadro donde se pudiese recoger la gente, y poderse defender de los indios de guerra, que luego que sintieron a los españoles, vinieron a darles algunos rebatos por impedirles su población: y no pudiéndolo estorbar, se retiraron sobre el , de donde salieron un día y mataron como diez españoles, que estaban haciendo carbón y leña. Escapando algunos de ellos, vinieron a la ciudad, dando aviso de lo que había sucedido: y tocando al arma, mandó a su hermano , que saliese a este castigo con la gente que le pareciese. sacó en campo trescientos soldados infantes, y doce de a caballo, con tres capitanes, Perafán de Rivera, y don , Pedro Ramiro de Guzmán, , y el capitán Luján: y así todos juntos fueron caminando como tres leguas, hasta una laguna donde halló algunos indios pescando, y dando sobre ellos mataron y prendieron más de 30; y entre ellos un hijo de un cacique de toda aquella gente. Venida la noche se alojaron en la vega del río, de donde despachó algunos presos para que diesen aviso al cacique, que se viniese a ver con él bajo de seguro, porque no pretendía con ellos otra cosa que tener amistad, que esta era la voluntad del Adelantado su hermano.

Venido otro día acordó de pasar adelante, hasta topar los indios, y tomar más lengua de ellos: y llegados a un desaguadero de la laguna, descubrieron de la otra parte más de tres mil indios de guerra, con mucha flechería, dardos, macanas, y bolas arrojadizas, y tocando sus bocinas y cornetas, puestos en buen orden esperaban a . El cual como los vio, dijo: "Señores, pasemos a, la otra banda y rompamos estos bárbaros: vaya la infantería delante haciendo frente, y deles una rociada, porque los de a caballo podamos sin dificultad salir a escaramucear con ellos y a desbaratarlos". Algunos capitanes dijeron, que sería mejor aguardar a que ellos pasasen, como al parecer lo mostraban, y pues se hallaban en puesto aventajado, sin el riesgo y dificultad que había en pasar aquel vado. Al fin se vino a tomar el peor acuerdo, que fue pasar el desaguadero donde estaban los enemigos: los cuales en este tiempo se estuvieron quedos, hasta que vieron que había pasado la mitad de nuestra gente de a pie; y entonces se vinieron repentinamente, cerrados en media luna, y dando sobre los nuestros, hiriendo con tanta prisa, que no les dieron lugar a disparar las ballestas y arcabuces.

Visto por los capitanes y los de a caballo cuan mal les iba a los nuestros, dieron lugar a que pasase la caballería, y cuando llegó,

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La Argentina Manuscrita. ISSN 1668-0001. https://n2t.net/ark:/69774/rgm2020. CC BY 4.0