también por haber sobrevenido al pueblo una furiosa plaga de tigres, onzas y leones, que los mataban y comían en saliendo del fuerte; que los hacían pedazos, de tal manera, que para salir a hacer sus necesidades, era necesario que saliese número de gente para resguardo de los que salían a ellas.
En este tiempo sucedió una cosa admirable, que por serlo la diré; y fue, que habiendo salido a correr la tierra un caudillo en aquellos pueblos comarcanos, halló en uno de ellos y trajo en su poder, aquella mujer de que hice mención arriba, que por la hambre se fue a poder de los indios: la cual como la vio, condenó a que fuese echada a las fieras, para que la despedazasen y comiesen. Y puesto en ejecución su mandato, cogieron a la pobre mujer, y atada muy bien a un árbol, la dejaron una legua fuera del pueblo, donde acudiendo aquella noche a la presa número de fieras, entre ellas vino la leona a quien esta mujer había ayudado en su parto. La cual conocida por ella, la defendió de las demás fieras que allí estaban y la querían despedazar; y quedándose en su compañía, la guardó aquella noche, y otro día y noche siguiente, hasta que al tercero fueron allá unos soldados, por orden de su capitán, a ver el efecto que había surtido de dejar allí aquella mujer; y hallándola viva, y la leona a sus pies con sus dos leoncillos, la cual sin acometerles se apartó algún tanto, dando lugar a que llegasen. Lo cual hicieron, quedando admirados del instinto y humanidad de aquella fiera: y desatada por los soldados, la llevaron consigo, quedando la leona dando muy fieros bramidos, y mostrando sentimiento y soledad de su bienhechora, y por otra parte, su real instinto y gratitud, y más humanidad que los hombres.
De esta manera quedó libre la que ofrecieron a la muerte, echándola a las fieras: la cual mujer yo la conocí, y la llamaban la Maldonada, que más bien se le podía llamar la Biendonada, pues por este suceso se ha de ver no haber merecido el castigo a que la ofrecieron, pues la necesidad había sido causa y constreñídola a que desamparase la compañía, y se metiese entre aquellos bárbaros. Algunos atribuyeron esta sentencia tan rigurosa al y no a ; mas cualquiera que haya sido, el caso sucedió como queda referido.