La Argentina Manuscrita

En este mismo tiempo se ofreció el salir al castigo de ciertos indios rebelados en la , que tomaron las armas contra el español, cuya causa fue haber enviado el Adelantado ciertos mensajeros a un pueblo llamado , donde supo que estaba aquel hijo de , portugués, de quien arriba se trató, para que se lo trajesen, y dijesen a los indios de aquel pueblo que lo hiciesen placer de que luego se lo despachasen, con cargo de satisfacerselo. Los cuales no solamente rehusaron cumplir el mandato, antes con gran soberbia y poco respeto prendieron a los mensajeros, y al día siguiente públicamente los mataron, diciendo: así cumplimos lo que se nos envía a mandar por ese capitán: y si los españoles se sintiesen de este agravio, vengan a satisfacerse, que aquí les aguardamos. Cuya respuesta enviaron con uno de los mensajeros que para este efecto dejaron.

Sabido por el Adelantado este atrevimiento y libertad, despachó al castigo a su sobrino con 300 soldados y más de mil amigos. Y llegando al pueblo, halló que estaban juntos en un gran fuerte de madera más de ocho mil indios, y habiéndoles requerido con la paz a que se redujesen al servicio de Su Majestad, como lo habían prometido, no lo quisieron hacer: antes salieron una alborada a dar en los españoles una arremetida con brava determinación, a la cual resistieron valerosamente los nuestros, matando muchos de los enemigos, hasta que se pusieron en huida. Y saliendo el con su compañía y 400 amigos a buscar comida a las chacras más cercanas, fueron otra vez acometidos de los indios, cuando ya se volvían; tomándoles un estrecho paso, donde se peleó de ambas partes con gran porfía: hasta que un soldado, llamado , mató de un arcabuzazo a un indio principal muy valiente que manejaba los escuadrones; con cuya muerte desampararon el puesto y se pusieron en huida, con pérdida de mucha gente suya y nuestra:. Con esto fue forzoso poner cerco al fuerte y asaltarle a fuerza; previniéndose primero de lo necesario, haciendo algunos pavesados, a cuyo amparo pudiesen llegar a las palizadas y trincheras de los indios. Y estando a pique para dar el asalto y romper las palizadas, salieron los indios por dos partes, cerrando con gran denuedo con los nuestros, ganándoles hasta llegar a la plaza de armas, donde los resistieron y echaron fuera. Mostrándose en esta ocasión con gran valor el capitán , el cual ordenó saliesen dos mangas de soldados y amigos a pelear con ellos: y ocupándoles el paso, se trabó una escaramuza muy sangrienta, en que fueron muertos más de 60 indios, hasta que con la fuerza del sol y su calor se recogieron unos y otros, retirándose los indios a su palizada.

Otro día enviaron a pedir que se les diese tres días de tregua

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La Argentina Manuscrita. ISSN 1668-0001. https://n2t.net/ark:/69774/rgm2020. CC BY 4.0